Wittgenstein
Es muy posible que casi nadie de los que lean este artículo haya conocido a Ludwig Josef Johann Wittgenstein. Yo mismo no lo había oído mencionar hasta hace unos quince días cuando un muy buen y culto amigo, Rafael Francesconi, me citó una frase suya mientras almorzábamos: "como dijo Wittgenstein, sostuvo Rafael, los hombres dicen que los animales no piensan porque no hablan, pero ilos animales, sencillamente, no hablan!" Allí me interesé por ese personaje del cual, inexplicablemente, nunca había tenido noticia. Busqué, sin suerte, su Tractatus Logico-Philosophicus en una que otra librería. Después encontré, en internet, su biografía, junto a otros escritos sobre sus ideas y los leí con ansiedad.
En realidad, Wittgenstein merece el sitial de uno de los pensamientos más influyentes en este siglo. Nació en 1889 dentro de una familia muy culta y rica de Viena. De niño, dotado de genialidad y sensibilidad musical, soñó con ser Director de Orquesta pero nunca lo intentó. Su vida transcurre en ese período convulsionado de 1889 a 1951 en el cual se desmoronaron los grandes imperios europeos, se subvirtió el orden social con la Revolución Rusa, se sacudió el mundo occidental con la recesión del 29 y la humanidad padeció la reacción nazi-facista. Vivió este hombre las dos guerras mundiales, la implantación del poderío político norteamericano y los agudos cambios en las costumbres, la moral, el arte, la política y la tecnología. Después de ir a la escuela en Linz y Berlín se matricula en Manchester como estudiante de Ingeniería aeronáutica, sin que esa fuera su verdadera vocación. Por eso, al poco tiempo decide irse para el Trinity College of Cambridge a estudiar filosofía, siguiendo esta vez sí, su verdadera pasión. Bertrand Russell, quien fuera su tutor en Cambridge cuenta esta anécdota de su discípulo: "al final de su primer período de estudio en Cambridge, se me acercó y me preguntó ¿sería usted tan amable de decirme si soy un completo idiota o no?; Yo le repliqué: Mi querido compañero, no lo sé. ¿Por qué me lo pregunta? Él me dijo: porque si soy un completo idiota me haré ingeniero aeronáutico; pero, si no lo soy, me haré filósofo. Le dije que me escribiera algo durante las vacaciones sobre algún tema filosófico y que entonces le diría si era un completo idiota o no. Al comienzo del siguiente período lectivo me trajo el cumplimiento de esta sugerencia. Después de leer sólo una frase, le dije: No. Usted no debe hacerse ingeniero aeronáutico".
Posteriormente, no obstante ser tan distante de los asuntos políticos y nacionalistas decide obedecer al llamado a filas de su país y se va, como soldado raso (habiendo podido utilizar la enorme influencia de su padre para ser recibido en mejores condiciones) del ejército austriaco a combatir en la primera guerra mundial. Su personalidad fue siempre "intensa, apasionada, vehemente, brillante, creativa y profunda (se ha hablado muchas veces de Wittgenstein como de un genio), independiente, rigurosa y rigorista para consigo mismo, atrabiliaria a veces, hiperestésica y atormentada casi siempre". Es decir, tenía el perfil de esos hombres que no descansan buscando absolutos y verdades. Alguien decía que Wittgenstein se ha visto por muchos como un positivista, por querer, como ellos, trazar la línea, entre aquello acerca de lo cual se puede hablar y aquello acerca de lo cual debemos callar. Pero no es tan cierta su pertenencia a esa escuela pues "el positivismo sostiene -y esta es su esencia- que aquello sobre lo cual podemos hablar es todo lo importante en la vida", mientras que Wittgenstein creía apasionadamente que lo que en realidad importa en la vida humana es precisamente aquello sobre lo cual, desde su perspectiva, debemos callar.
En fin, como Platón, Aristóteles, Kant, Schopenhauer y Marx, Wittgenstein no fue sólo un filósofo: fue una filosofía en sí mismo.
Carlos Mauricio Iriarte Barrios http://carlosmauricioiriarte.blogspot.com
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