¡Que va!
Es cierto: no hay cosas más insólitas que la misma realidad. Las situaciones más raras, suceden en el decurso diario de la historia humana. No es necesario leer ciencia ficción, ni oír el concurso de la mentira más grande, ni ver las mejores películas de Hollywood, ni evocar los sueños más dislocados. Basta sólo leer las noticias diarias del mundo para quedar pasmado con tanta situación increíble protagonizada por seres humanos como usted o yo. Para no ir tan lejos, basta no más oír los noticieros nacionales.
En estos últimos días he leído y oído muchísimas noticias que parecieran sacadas de un universo irreal y, a veces, completamente absurdo, como por ejemplo la de una gringa que, después de tener un largo y tierno romance vía internet, se casó, con la mala suerte de descubrir, posteriormente, que su marido Jameson Groves era, en realidad, una mujer texana de 26 años; o la de la escocesa de 44 años que padecía unos intensos e imprevisibles orgasmos, en momentos y lugares inadecuados, la cual descubrió que sus arrebatos de placer eran provocados por una malformación arterial en el cerebro. O la de una anciana china que murió de la impresión al abrir la puerta de su casa y ver a su nieta con el pelo ¡teñido de rojo! Me llamó la atención, también, la información de la cadena de televisión RAI sobre un hombre latino que, haciéndose pasar por el embajador de México en el Vaticano, obtuvo una audiencia con el Papa en la cual se hizo bendecir un par de veces, junto con toda su familia. ¡Y nosotros en el Huila convencidos que esa historia del embajador de la India sólo podía pasar aquí! Qué me dicen ahora de la decisión de la Corte de Apelaciones de Singapur de ¡declarar como delito la práctica del sexo oral, si este no termina en "coito entre los órganos femenino y masculino"! Eso sí que es una sentencia conmovedora ¿no? ¡Y aquí decimos que nuestra Corte se enloqueció porque acabó con el Upac y la capitalización de intereses! Del Cairo, Egipto, nos llegó otra insólita: se estaba imponiendo la moda entre los jóvenes de hacerse los ciegos para poder entrar a la Universidad, sin tantos requisitos y con un puntaje menor que el de la gente normal. A todo eso agreguémosle, por ejemplo, casos colombianos tan estrambóticos como el de la noticia del macho-man, o el del bebé que se cayó de un cuarto piso y no sufrió ningún daño; o el del robo de siete billones de pesos ($7,000,000,000,000,oo) en Foncolpuertos y "en las narices de todo el mundo", sin que nadie se haya dado cuenta hasta ahora; o el del asesinato de los gemelos, que iba a cometer alguna tribu indígena, a causa de su creencia estulta de que ese tipo de humanos eran monstruos; o el de los sicarios rezándole a la Virgen María antes de montarse en la moto para cumplir sus contratos; o el del robo de los niños con el fin de realizar ritos satánicos; o el de los secuestros de quinceañeras para "exportarlas" a Europa o al lejano Oriente como esclavas en casas de lenocinio; o el de la señora a la que el Seguro Social le había pronosticado un tumor y resultó teniendo un bebé, etc, etc, etc, etc. Después de todo eso no sabe ya uno que es lo normal. ¿Lo normal? ¡Queee va!
Carlos Mauricio Iriarte Barrios http://carlosmauricioiriarte.blogspot.com
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