Web de villaviciosa
«¿Sabes lo que es estar acompañado de tanto rey? Cualquiera está seguro porque están todos armados», pregunta entre divertido y orgulloso Manuel Estrada Fernández, el artista que ha esculpido las diez esculturas que hoy se erigen en el jardín de su casa de Selorio (Villaviciosa) y que representan a la monarquía asturiana y a reyes relacionados con la región. Presidiendo la entrada principal se levantan gallardos y majestuosos, a la derecha, el emperador Carlos I, entonces príncipe cuando por primera vez pisó tierra española en Villaviciosa, y a la izquierda, don Pelayo, el primer rey de Asturias, acompañado de la Virgen de Covadonga. Estrada comenzó hace ocho años a dar forma a estas esculturas de más de dos metros de altura con piedra de arenisca procedente de Oles y de la Mariña de Villaviciosa. Apunta que se inició por «afición» y porque confiesa sentirse un apasionado de la historia de la región. Reconoce que se ha formado en la escultura de forma autodidacta: «Quien sepa dibujar sabe tallar». Apunta que lo que más le costó fue «traer y pagar las piedras, que no son baratas precisamente», manifiesta. Las figuras que retratan a parte de la monarquía asturiana impresionan a quien llega por primera vez. Una de estas tallas es la del hijo de don Pelayo, Favila, que, como cuenta la leyenda, mantiene una cruenta lucha con un oso. Le siguen en el escenario Fruela y Alfonso I el Católico, portando un escudo con una inscripción que representa el «puente romano» de Cangas de Onís. Tampoco faltan Silo ni Alfonso II el Casto, éste con su famoso testamento. La lista de reyes, que no sigue un orden cronológico, se completa con Alfonso III el Magno, Alfonso I, Bermudo el Monje y Ramiro I. Los próximos retos de Manuel Estrada son representar a Mauregato, Aurelio y Ordoño, a los que confía en dar forma a lo largo de este año. «Y después se acabó», sentencia. Este maliayés admite sentirse especialmente orgulloso de Bermudo, por su forma, y de Alfonso I, del que dice que «podría ponerse en cualquier plaza del mundo»; pero, de momento, prefiere el jardín de esta casa de Selorio, también de piedra y en la que se pueden apreciar los escudos de Asturias y de Estrada, en reconocimiento a su apellido. Ejemplo de la afición de este hombre a la historia y la tradición es su colección de antigüedades. También ha tallado madera, que considera un material más noble que la piedra. Pero, desde luego, a noble y regio no hay quien gane a su jardín de Selorio.






































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