Un cambio de escala en la educación
¿Cómo hacer para mantener la calidad de la enseñanza frente a la avalancha de candidatos, al desborde de las exigencias laborales y a la presión social? Nadie sabe a ciencia cierta cómo proceder con sensatez en este campo, pero nada impide que en algún punto se combinen la cantidad y la calidad bajo nuevas formas difíciles de imaginar aún. Sabemos que la educación es un servicio cuya demanda crece en forma rápida. Es el momento de generar nuevos "empresarios de la educación" para que procedan a derribar las murallas que siguen aislando a las diferentes comunidades educativas del mundo y, de esa forma, se aprovechen mejor tantos talentos dispersos. Podemos imaginar, tal vez, un nuevo tipo de empresa educativa globalizada pero nos oponemos frontalmente a la idea de convertir a la educación en una mera subsidiaria de las empresas de medios y comunicaciones. Lo que se necesita es gente de la educación con genuina capacidad empresaria. No empresarios que pretendan hacer educación de cualquier manera. Debemos reconocer que la introducción masiva de las nuevas tecnologías digitales no ha cambiado demasiado la intimidad del proceso educativo aunque en muchos países, incluido el nuestro, el número de computadoras en las casas supera al que se encuentra en las escuelas. Es un buen comienzo para lanzar a funcionar una educación globalizada. ¿Quién hubiera imaginado esta distribución de computadoras hace sólo una década? Pero aquí subsiste un problema grave y difícil de resolver: las computadoras en las casas no siempre tienen usos educativos interesantes y raramente están conectadas con la escuela. Una vez más corremos el riesgo de quedarnos en la superficie de las estadísticas en lugar de evaluar la profundidad de los cambios educativos deseables. En las escuelas más afortunadas "cuando se dupliquen los alumnos se duplicarán las máquinas" pero los niños siguen aprendiendo como antes y los adultos enseñan esencialmente de la misma manera ¡con computadoras o sin ellas! Es como si se evaluara una sociedad por el número de personas que saben conducir un automóvil, lo que no nos dice mucho sobre la conducta al volante ni menos sobre la calidad de vida del mundo motorizado. Por ejemplo: cuando se empezó a "informatizar" el sistema educativo, algunos comprobamos que no tenía sentido seguir aumentando ciegamente el número de equipos en la escuela y que era menester recurrir a las computadoras existentes en las casas. Para ello implementamos algo nuevo, la red digital, algo casi subversivo para el carácter tradicionalmente centrípeto de la escuela, cuya regla es que el alumno "debe aprender en el aula". Una red de computadoras, por el contrario centrifuga las ideas, las mezcla, las hace correr por caminos raramente transitados, permite que "la escuela vaya al alumno". No es fácil, como se comprende, implementar una propuesta que corre en sentido exactamente opuesto a la modalidad fuertemente centralizada por siglos de educación presencial, pero las ventajas están a la vista. Ahora podemos exigir una enseñanza distribuida, antes estábamos obligados a un aprendizaje concentrado. Piaget solía citar la frase del físico Ch. E. Guye que decía "la escala crea el fenómeno". En efecto, debemos saber que el cambio de escala provoca fenómenos nuevos tanto en la materia como en la mente, donde el cambio de magnitud genera con frecuencia una "catástrofe cognitiva" a la manera de René Thom. Esto significa que lo que es perfectamente válido en una escala deja de serlo en otra, lo que no excluye que la transición pueda ser también una catástrofe feliz. El cambio de escala en la educación obliga a un cambio de actitud frente a las comunicaciones. Por eso es triste comprobar que frecuentemente se alientan vanas esperanzas dentro del ámbito escolar y se hace alarde de disponer de recursos maravillosos que en la práctica no son tales pues están limitados a unos pocos accesos a la red digital y a un altísimo costo operativo. Es mejor comenzar más modestamente despertando el interés real por las redes internas de la escuela, de costo cero, siguiendo con las comunicaciones locales a las casas hasta poder llegar al mundo de Internet, con millones de usuarios en una red planetaria que se expande a pasos exponenciales. Estos cambios de escala son muy difíciles de captar. ¿Quién puede honestamente imaginar una red internacional de un millón de escolares si ya aparecen problemas absolutamente nuevos con redes internas de pocos cientos de alumnos? ¿Cómo se podría usar esta red colosal de manera sensata, creativa y digna? La tendencia docente más difundida es la de defender sistemas de comunicación "controlables". Las consecuencias educativas de esta inercia mental son graves. Se sigue enseñando lo mismo, con redes o sin ellas, cuando todo obligaría a inventar, en la nueva escala global de las comunicaciones, temas que son imposibles de imaginar y realizar en el nivel local. Para ello es menester prepararse en forma escalonada, probando y corrigiendo continuamente hasta dominar la escala en que uno se encuentra. Eso llevará años. Se trata de una nueva frontera: conquistar progresivamente nuevas escalas de conectividad e interactividad. Esa será la manera más apropiada de entrar en la nueva era digital.
Tomado de: http://www.byd.com.ar

Comp. Javier Mejía T. www.exagonobibliotecario.blogspot.com





































Registro automático