Las aduanas educativas
Debemos superar esta suerte que someten a alumnos y docentes a reglamentaciones arbitrarias, muchas de ellas ridículas y anacrónicas. Pero no será fácil perder los malos hábitos actuales para acceder a esa sociedad abierta y digital.
Seguramente nos enfrentaremos a restricciones equivalentes a las de la educación presencial. La educación presencial arrastra consigo muchos condicionantes espacio-temporales. Por ejemplo al reglamentar un horario escolar podemos afirmar que no siempre se toman debidamente en cuenta las exigencias cronobiológicas del alumno (y del profesor). ¿Por qué se obliga al niño pequeño a llegar a la escuela en determinado horario, generalmente muy temprano, en contra de lo que sabemos sobre los ritmos neurobiológicos del organismo en crecimiento? ¿Por qué no respetamos las diferencias entre características psicofísicas dispares, entre "búhos" que prefieren estudiar de noche y "alondras" que rinden más por las mañanas? En la educación presencial es difícil dar respuestas y soluciones prácticas a estas preguntas. En cambio en la educación digital, esencialmente no invasora y asincrónica, podemos aprender a respetar las exigencias de los ritmos internos y ofrecer una mayor libertad de elección para aprovechar mejor los estados de alerta y de atención del docente y del alumno. Además, ¿por qué el alumno debe estar siempre con compañeros de la misma edad o tomar las vacaciones en el mismo tiempo del año? ¿Por qué se obliga a estudiar con libros o manuales determinados? Estas mismas preguntas se transferirán a la era digital. No será inmediato el reconocimiento de un horario más flexible ni la apertura a tareas conjuntas entre alumnos de edades diferentes. Será difícil también desterrar el mal llamado software educativo, tan rígido como aquel sistema que quiere suplantar.
Por su parte, las instituciones actuales deben cumplir con una serie de imposiciones externas (actos, ceremonias, saludos, ornamentos) que poco tienen que ver con la educación. Mucho de esto se hace con la demagógica intención de impartir "una misma educación para todos", pero, ¿quién dijo que cada persona quiere una idéntica educación? En la era digital la elección personal podrá ser más respetada, pero nada asegura que ello suceda naturalmente. Una genuina educación digital será una conquista cotidiana de nuevos espacios de aprendizaje, espacios que aún desconocemos. Nuestro deseo es que algún día tengamos una educación libre de reglamentaciones impuestas por la burocracia y que el aprendizaje fluya entre las mentes sin fronteras, pasaportes ni aduanas intelectuales. Queremos decir no al pensamiento único en educación.
Compilado por. Javier Mejía T.

Comp. Javier Mejía T. www.exagonobibliotecario.blogspot.com





































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