Tecnocentrismo y consumismo
Se trata de una inversión de valores que nos hace olvidar que en la dinámica propia del proceso de enseñanza/aprendizaje el sujeto es el alumno y el objeto es el contenido educativo. Ese contenido tiene, por así decir, una materia y una forma. La materia es el conocimiento que se imparte y se recibe, la forma es el medio, soporte o formato que transmite ese contenido. Marshal McLuhan fue el primero que detectó la importancia de la forma en la transmisión del conocimiento. Su famoso lema: "el medio es el mensaje" es una expresión extrema que, en el límite, identifica la forma con el contenido. Pero la revolución digital invirtió nuevamente los términos y, si seguimos el razonamiento de Nicholas Negroponte, tenemos que concluir, necesariamente, que el medio ya no es más el mensaje. En efecto, cuando se irradia un conocimiento en forma plenamente digital, el receptor puede elegir el medio, el soporte, que prefiera para recibir el mensaje (texto, voz, imagen). La metamorfosis se produce a la llegada del mensaje a la computadora. La información que llevan los bits se convierte en mensaje humano sólo al llegar a destino. Esta libertad de elección tiene su mayor enemigo en el tecnocentrismo. El tecnocentrismo actual deriva, precisamente, de la invasión de la forma sobre el contenido. Las nuevas tecnologías electrónicas han creado soportes verdaderamente prodigiosos para transmitir todo tipo de información que eran inimaginables hace apenas una década en el campo de la educación.
Pero, la adecuación de las nuevas formas a los nuevos contenidos es aún ambigua. El camino que propone el tecnocentrismo es verter sin más el viejo contenido en las nuevas formas. Sabemos que esta transferencia tecnocéntrica ha llevado al fracaso en muchos otros campos. La única salida será renovar el contenido de la educación, su forma ya está decididamente encaminada hacia los soportes informáticos y de comunicación, pero no deben ser éstos los que guíen el proceso educativo, sino lo contrario. Por otra parte, la proliferación de equipos de computación, periféricos, redes telemáticas, bancos de datos, programas educativos de todo tipo (software y courseware) ha creado una situación paradójica en el mercado. No hay guía de compras o catálogo de equipamientos que perdure, la renovación es tan acelerada que el educador pareciera condenado a vivir en la obsolescencia. El usuario no sabe por dónde comenzar y se pierde en el laberinto creciente del mercado educativo. Contra esta sensación paralizante el mejor remedio es un buen asesoramiento profesional, el peor es seguir ciegamente los consejos interesados de los vendedores de esta nueva tecnología educativa. El abanico de alternativas para la compra de nueva tecnología puede ser amplísimo, como en los países centrales y productores, o muy estrecho, como en la mayoría de los países periféricos, pero en todos acecha el mismo consumismo. Una versión "rica" del consumismo de tecnología es la acumulación inútil de software educativo, una versión "pobre" es la utilización de equipamientos inadecuados (por ejemplo, computadoras de memoria muy limitada, impresoras de baja resolución, etcétera). Algún día el consumidor podrá exigir equipamientos mejor adaptados a la educación que los que se venden hoy en el mercado. Las máquinas y las comunicaciones serán más accesibles y de costos muy reducidos. La distorsión actual no tiene futuro.
Tomado de: http://www.byd.com.ar

Comp. Javier Mejía T. www.exagonobibliotecario.blogspot.com





































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