El autocuidado de la salud
La salud es una circunstancia vital que no solemos valorar hasta que nos falta. Como la respiración, el latido de nuestro corazón, nuestro pulso, etc. Un estado natural del que vamos tomando conciencia cuando sufrimos cualquier alteración.
La buena salud como tal nos permite llevar una vida activa y realizar las tareas diarias con normalidad. Pero ¿a qué se debe nuestro estado de salud y bienestar? y ¿qué podemos hacer nosotros para cuidar del único lugar dónde por seguro tendremos que vivir durante toda nuestra vida?.
Recuerdo que el cirujano Cristóbal Pera, hacía un comentario a propósito de la publicación de su libro “El cuerpo silencioso. Ensayos mínimos sobre la Salud” y daba una definición sencilla de lo que para él significaba estar saludable. Era algo así como “vivir en un cuerpo silencioso es saludable, un cuerpo que recibe las señales de sus órganos más profundos, necesarias para vivir, pero que no siente malestar, sino bienestar” y hacía una declaración a la sociedad: la cultura de la salud es la cultura del cuerpo. Es cierto pero ¿tenemos en la actualidad una cultura de la salud?.
La respuesta para mí es clara. Solemos seguir la corriente, delegar incondicionalmente en las estructuras que saben y reaccionar para calmar o silenciar nuestros síntomas y esta forma automática de delegar nuestro cuidado a otros, conlleva un gran riesgo si en verdad queremos fomentar una cultura de la salud.
Esta forma de afrontar que somos responsables de cómo nos encontramos y de impulsar nuestra salud, comienza por aprender a conocer nuestro cuerpo, observar nuestros síntomas, reconocer nuestras carencias y aprender a prevenir. Debemos comprender las limitaciones de nuestro cuerpo y aprender a cuidarlo. Debemos adquirir hábitos saludables, vigilar cómo nos alimentamos, practicar alguna actividad física y no cualquiera que nos pille más a mano, sino aquella que se adapte a nuestra personalidad y perfil físico y mantener una vida social con espontaneidad que llene nuestro ánimo y distienda nuestro cerebro. Todo ello, nos lleva sin duda a acercarnos a una salud plena, la que se reconoce no solo como la ausencia de síntomas o enfermedad, sino como una capacidad para estar motivado, viviendo con energía y en un estado de equilibrio en el eje cuerpo-mente-espíritu.
La buena salud también es fruto del desarrollo de una vida con proyectos y objetivos claros y con un propósito vital que sea armónico a nuestras habilidades y a nuestra particular naturaleza. Según datos estadísticos las ocupaciones creativas, técnicas, estratégicas, administrativas, filosóficas, etc., que desarrollan personas guiadas por una vocación natural, dan lugar a personas felices y equilibradas.
Entonces ¿quiénes serían los responsables de conservar, mejorar, empeorar, aceptar, corregir, cambiar o impulsar nuestra salud y bienestar?. Dicho lo anterior, la respuesta parece obvia, pero lleva un trabajo inevitable de amplificación de lo que nos parece razonable o es evidente para poder desarrollar una consciencia aumentada y ver como todo lo que cambiamos hoy puede afectar a nuestra salud del mañana.
Los seres humanos no somos únicamente estructurales y bioquímicos. Poseemos una realidad “informacional”, electromagnética y psíquica que tiene un impacto a nivel físico. Es más, la mayoría de enfermedades son precedidas por algún cambio brusco o conflicto vital en mayor o menor grado, recordemos las llamadas enfermedades psicosomáticas. Las personas que desarrollan dichas enfermedades tienen una tendencia a ignorar las señales de su cuerpo, o en el caso de ser registradas, las consideran sin importancia. Pero piensa, sólo piensa, en que muerdes un limón con sal ¿qué te produce?. Nuestros pensamientos son la forma de interpretar lo que nos pasa. Podemos sufrir contaminación física, ambiental y/o emocional y, todos estos factores, están directa o indirectamente interrelacionados y van diseñando nuestra realidad, nuestra salud.
Estamos inmersos en un mundo y una sociedad que continuamente nos bombardea con distintos tipos de estímulos, que van desde un simple sonido apenas imperceptible hasta reacciones de irritabilidad, o dolores derivados de las tensiones y desequilibrios a los que nos exponemos continuamente, llamado estrés.
Pero las caídas también son necesarias para aprender a cambiar y conseguir cambios duraderos. En nuestra cultura se está tendiendo a la creación de un bienestar artificial, de fin de semana, liderado por los spa, los tratamientos cosméticos, el culto al cuerpo, etc, elementos de ocio apetecibles y atractivos en un contexto de disfrute de la propia salud, pero que pueden llevar a la mala interpretación de lo que es una vida guiada por costumbres saludables, con rutinas acordes con una vida ordenada, o correspondientes con nuestros objetivos que es lo que genera a largo plazo un bienestar duradero desde el vivir y el no aparentar y aceptando que cada edad, tiene su motivo para vivir.
Por lo tanto, yo desde hoy, os sugiero 5 cosas que podéis empezar a valorar para empezar a cambiar esta realidad en vuestras vidas:
1. Encuentra un propósito: ¿Qué sentido o propósito puedo darle a mi vida para apoyar una mentalidad positiva y capacidad de recuperación en los tiempos de crisis que nos toca vivir?. Empieza por cultivar la gratitud por todo lo que ya tienes. La gratitud se correlaciona con una mejor salud y longevidad. Cuanto mejor te sientas con tu vida, mejor preparado estarás para continuar y valorar un estilo de vida saludable.
2. Invierte en las relaciones: Haz un esfuerzo por conectar con la gente que más aprecias, una inversión de bajo coste que te traerá grandes ganancias en satisfacción vital y bienestar.
3. Trabaja de forma inteligente: Encuentra caminos para hacer menos cosas de forma más satisfactoria y con menos estrés. Trabajar demasiado con un alto estrés y sin oportunidades de recargar baterías daña tu salud y acorta tu vida.
4. Adopta nuevos retos: Cuando eres flexible y desarrollas tus puntos fuertes, la calidad de tu vida mejora. Encuentra nuevos caminos para mejorar aprender a mejorar tu forma de pensar y tu salud. Hablo de retos en tu nutrición, ejercicio, relajación, y relación.
5. Contrata un proceso con un coach de salud: Los asesores financieros te ayudan a mejorar y rentabilizar tu dinero, tu coach de salud, te proporcionará una ayuda muy valiosa para diseñar un plan personalizado, para mejorar tu salud de forma sostenible. Con él crearás una visión inspiradora y tendrás objetivos claros, realistas y medibles para que puedas hacer un seguimiento de tus progresos- Tu coach te mantendrá motivado hasta que tu nuevo régimen de salud y bienestar se transforme en tu nuevo estilo de vida.

María Becerril, PCC Coach de Salud y Bienestar. Formación y terapia eficaz con PNL www.emocionesaludables.com www.salutis.es





































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