Los raticidas, mejor dejárselos a los profesionales
El uso de raticidas es algo muy habitual en los hogares de todo el mundo.
De hecho son productos muy comunes, que se pueden comprar en cualquier droguería, tienda de bricolaje o jardinería o, incluso, en el supermercado de la esquina.
Cuando alguien descubre la presencia de ratones en el hogar, suele reaccionar con urgencia, muchas veces dominado por los nervios y , en este estado, suele agarrarse a la primera solución que se le ponga a mano. Los raticidas siempre están cerca y suelen constituir la solución inmediata más socorrida.
Pero, parándose a pensar un poco las cosas, habría que preguntarse: ¿son en realidad los raticidas la solución ideal para el problema de las pestes de ratones en el hogar?
La respuesta es “no”. Al menos si se habla de raticidas en manos de personas normales y corrientes que no cuenten con unos conocimientos de un experto en la materia o un profesional.
Estos últimos cuentan con una experiencia y unos medios a su alcance (el apoyo científico de toda una estructura empresarial) que no tienen las personas normales de la calle.
Saben evaluar el problema desde un punto de vista técnico: dónde se encuentran los ratones, cuál es el grado de infestación, etc. Y tienen los conocimientos científicos suficientes para conocer el material con el que están trabajando: con qué productos combinar los diferentes venenos para hacerlos atractivos a los ratones, cómo colocarlos, etc.
Sin embargo, un ciudadano corriente va a colocar un raticida, que no deja de ser un veneno, y por lo tanto, un producto potencialmente peligroso, al alcance de un ratón, pero quizás también al alcance de un niño pequeño que pueda gatear por allí, o de una mascota, por ejemplo.
Es por esto que, siendo los raticidas, en manos de un experto, armas eficaces en la lucha contra los ratones; en manos de una persona inexperta se convierten en armas potenciales contra la salud familiar.
Las personas inexpertas deben saber que tienen a su alcance armas menos sofisticadas, pero de una gran eficacia, a la hora de luchar contra los molestos roedores que se empeñan en compartir su hogar.
Y de entre esos sencillos métodos cabe destacar la trampa de madera de toda la vida. Las tienen en cualquier ferretería y no cuestan ni 2 euros. Se le coloca un trozo de jamón o de tocino dentro; el ratón entra a por él, activa el mecanismo y a otra cosa mariposa, en este caso, ratón.






































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