La fumigación, ese último as en la manga reservado a los expertos
La fumigación es un método extraordinario en la lucha contra las diferentes plagas de insectos y roedores que invaden los hogares familiares o sus jardines.
Y lo es, porque mediante este método se puede conseguir que un plaguicida, al encontrarse en estado gaseoso, penetre en todos los escondrijos, grietas o hendiduras en los que pueda ocultarse un insecto o roedor.
Un método modesto de fumigación es el tradicional insecticida en forma de aerosol que se vende en cualquier supermercado de barrio. Es cómodo, barato y no hay que buscar ninguna tienda especializada para conseguirlo.
El problema es que tiene un efecto muy limitado. Su alcance territorial es, por fuerza, muy reducido, y el producto que contiene, al poder comprarse en cualquier sitio, no puede tener unos efectos muy dañinos.
Puede servir para luchar contra pequeñas infestaciones como, por ejemplo, mantener a las moscas fuera de la cocina donde se está preparando la cena o del salón en el que va a ser servida. O para acabar con un nido de avispas que se hayan instalado en el cajetín de la llave de paso del gas, por ejemplo.
Pero este pequeño método de fumigación no suele servir ante una infestación severa de cucarachas, por ejemplo, y mucho menos para combatir ratones o ratas.
Estas especies de mayor entidad se pueden combatir mediante métodos distintos a la fumigación. Contra ellas se pueden utilizar venenos sólidos, combinados con otros productos en cebos que puedan resultarles atractivos.
Un método más higiénico y menos peligroso es el de las trampas. Mecanismos en los que pueden quedar atrapadas a través de diferentes mecanismos.
Este método de las trampas es el más higiénico de todos, pues permite recuperar los cadáveres y, por tanto deshacerse de ellos. Además es un método muy barato. En la ferretería de la esquina de cualquier barrio se puede comprar una trampa de madera para ratones por muy poco dinero.
Y por si todo esto fuera poco, es tremendamente eficaz y fácil de usar. No hay más que ponerle un buen trozo de jamón como cebo y arrimarla a la pared donde se sospeche que viven los ratones.
Ahora bien, si la infestación está muy extendida, por muchas trampas que una persona ponga, por muchos cebos con veneno que prepare, nunca conseguirá erradicarla de forma definitiva.
Una solución definitiva ante una epidemia de grandes proporciones sólo podrá venir de la mano de una fumigación integral. Y ésta no puede ser realizada por un particular cualquiera. Habrá que contratar a una empresa profesional. Habrá llegado la hora de los expertos






































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