Durmiendo con el enemigo
Existen relaciones de parejas que vienen en un nivel de deterioro, que para ser francos, ya ni siquiera se despierta un interés por mejorarlas.
Conozco personas que comparten la vivienda con su pareja pero que ya no tienen otro vínculo diferente al de ser los padres de sus hijos.
Existen diferentes causas por las que se puede morir el amor; Celos, envidia, machismo, feminismo, consumo de licor, drogas, violencia física o psicológica, etc. Nadie esta exento de que algo como eso le pueda ocurrir. Es claro además, que aspectos que hace mucho eran exclusivos del hombre como la infidelidad o la violencia física, han venido en aumento por parte de las mujeres.
Esto llega después de varios años de relación. Estoy seguro que ésta situación no le ocurre a las parejas con pocos años de convivencia.
En la mayoría de esos casos, ésta relación se maneja de ésta forma por que de por medio esta la presencia de los hijos, en cuyo caso, casi siempre son menores de edad.
Las opiniones sobre este tipo de relaciones son encontradas, pues cada uno tiene una versión del porqué se llega a vivir de esa manera.
Son varios los aspectos a considerar en estas relaciones:
La edad de los hijos.
El trato entre la pareja.
Los acuerdos a los que se llegan.
Cuando los hijos alcanzan una edad suficiente para tomar sus propias decisiones, podríamos mirar un cambio de situación.
Si el trato entre ellos se manifiesta con violencia, agresión, insultos o es ofensivo psicológicamente, esa relación no es benéfica para ninguno, aún cuando existan hijos de por medio. Son precisamente ellos los mas perjudicados. En el momento que ésto se presente, considero, se debe buscar la opción de separarse.
Para que exista un adecuado nivel de tolerancia debe llegarse a varios acuerdos que permitan una mejor “relación”. Acuerdos como: Económicos, De convivencia dentro de la casa, de salidas, de cuidados hacia los hijos (quien se queda con el niño cuando el otro sale), del aseo y cuidado en el hogar, etc.
Otro aspecto que considero importante: Hay que aprender a mirar la relación con otros ojos. Ya lo que antes nos incomodaba, podemos hacerlo a un lado y pensar que solamente estoy con la madre o el padre de mi hijo en la misma casa y ya no con mi pareja. Aprende a mirar a tu cónyuge ya no como tu enemigo, sino como tu aliado para una sana formación de tus hijos.
Como todas las relaciones, en cada una, no hay nada escrito. Cada una tiene un sin fin de alternativas de convivencia. Espero encuentres las tuyas.
Que tengas un maravilloso día.
Felipe Arteaga
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