El edipo
En mi opinión, es imposible hablar de amor en el mundo -amor interpersonal y, sobre todo, amor de pareja- si no reflexionamos en ello. Pues el edipo (o su ausencia, o sus conflictos o aberraciones) es precisamente una de las raíces principales de nuestras vinculaciones afectivas.
Nuestra primera impronta es, obviamente, la madre. Pero la segunda es, sin duda, el edipo. La madre representa al mundo, al otro en general, todo lo que puede ser nutricio u hostil en la vida. Nos troquela la actitud inconsciente ante los demás. El edipo es un caso especial en este marco. Nos enseña a confiar (o no) en el otro sexo, a amarlo y enamorarnos, determina el futuro de nuestras relaciones psicosexuales. Es también una especie de "segunda oportunidad" en nuestro desarrollo, pues cuando nos falla emocionalmente mamá, siempre podemos buscar la "salvación" en papá (o viceversa)... (1) Toda nuestra felicidad o desdicha en la pareja dependerá, entonces, de cómo haya resultado nuestra experiencia edípica.
No comparto obviamente el significado freudiano de este fenómeno. Para mí, el edipo es simplemente el primer enamoramiento del niño/a. Y hay muchas clases de edipo: edipo normal (niño/madre, niña/padre), inverso (niño/padre, niña/madre), horizontal (entre hermanos), de intensidad variable (débil, fuerte o inexistente), irreal (fantaseado por el sujeto con personales reales o imaginarias), etc. Ahora bien, como ningún progenitor es perfecto, el edipo suele estar cargado de enormes ambivalencias (mayor o menor cantidad de odio y resentimientos). Etcétera. Así, en la medida que esta vivencia permanezca inconsciente en nosotros, tenderemos a repetirla casi literalmente. Y lo que es peor: no podremos reconocerla y gestionarla adecuadamente con nuestros propios hijos.
Repetimos inadvertidamente el edipo no sólo cuando nos emparejamos, sino también cuando nos relacionamos con figuras de protección y autoridad, p. ej., un maestro, un médico, un psicoterapeuta, un abogado, incluso un líder político... Es lo que en psicodinámica llamamos transferencia. La cual, por cierto, es tan maravillosa y potente en psicoterapia que constituye la clave fundamental de la "curación".
Si no prestamos atención, en fin, a nuestros primeros amores y los de nuestros niños, difícilmente podemos esperar tiempos mejores en el mundo. En este sentido, estoy convencido, p. ej., de que la mayoría de estragos machistas o feministas no se deben a ningún "Patriarcado" o fetiche ideológico similar, sino simple y dramáticamente a los tremendos traumas edípicos -e infantiles en general- de infinidad de hombres y mujeres. Pues tales traumas suelen causar, en efecto, severos conflictos neuróticos e incluso psicóticos en las personas.
Así que, no te rías de tu hijo/a cuando te diga que "quiere casarse contigo". Al contrario, tómatelo muy en serio y responde como es debido a ese amor. ¡No lo decepciones! Eres para siempre su modelo de pareja. Tu responsabilidad es inmensa y hermosa. Y si tienes varios hijos/as (es decir, varios "pretendientes" amorosos), ¡tienes un problema! Gestiónalo entonces con el mayor amor, tacto y sabiduría que puedas.
(1) Al hablar de "padres" me refiero también, por extensión, a cualquier figura principal de apego del niño/a.
Fotografía: "El Sur" Víctor Erice, 1983
José Luis Cano Gil. Psicoterapeuta y Escritor. http://www.psicodinamicajlc.com
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