La utilidad de los Diccionarios Técnicos online
Internet ha revolucionado el mundo de los diccionarios técnicos por tres motivos fundamentalmente. Por un lado prescinde de golpe del papel, de la distribución y del almacenamiento de los ejemplares, anteriormente el mayor coste de la actividad. Por otro, ofrece a las editoriales el acceso directo e inmediato a una audiencia de todas las personas con acceso a la red, hoy día la casi totalidad de los usuarios potenciales. Y en tercer lugar, permite la actualización de los diccionarios para incorporar nuevos términos y matizar los existentes.
Esto por el lado de la oferta. ¿Y el de la demanda? Aquí también la red ha impulsado la necesidad de traducir un volumen de material mucho mayor. No hay cifras fiables pero no cabe duda de que el número de personas dedicadas total o parcialmente a labores de traducción haya crecido fuertemente en las últimas dos décadas. Las empresas de hoy en día exigen conocimientos de idiomas a la mayoría de sus mandos medios y el mundo de la enseñanza se plantea seriamente ofrecer una educación bilingüe o trilingüe desde edades cada vez más precoces.
Sobre estas premisas, pocas dudas caben. Donde sí hay interrogantes es con respecto al fin último de esta tendencia. El fuerte incremento de los recursos materiales y humanos dedicados a la traducción y a la enseñanza plurilingüe en todas sus facetas ¿realmente va a mejorar el nivel de vida de la gente? ¿No detrae del aprendizaje especializado monolingüe de materias también importantes como la medicina, la ingeniería, las ciencias puras, los artes plásticos, etc.? ¿No dará lugar a una población capaz de decir múltiples ñoñerías en múltiples idiomas? Son preguntas válidas. La red habrá hecho mucho pero no nos va a alargar la vida. Saber hablar y escribir en dos, tres, cuatro idiomas, si es a costa de tener cosas pertinentes que decir, no nos lleva muy lejos.
Existe una solución a este problema. Si en lugar de enseñar idiomas tratando a los alumnos como bebés que aprenden su idioma materno, volviéramos a las técnicas de antaño, con las reglas, la gramática, los tiempos de los verbos y, más importante aún, las irregularidades… en qué son irregulares y cómo, el esfuerzo invertido en al aprendizaje de idiomas revertería en la capacidad analítica de los alumnos en los demás campos del conocimiento. Para dar un ejemplo, ¿de dónde sacó su capacidad de análisis el padre de la macroeconomía anglosajona, Adam Smith, autor de La riqueza de las naciones? No fue del estudio de las matemáticas sino de los idiomas o, para ser más exacto, de la gramática y de la filología. Lo mismo se puede decir a grandes rasgos de los pensadores franceses que inspiraban a Smith, gente como Forbonnais, Cantillon o Quesnay, grandes promotores, por cierto, de los diccionarios … en papel, claro es.
En resumen, si vamos a someter a las futuras generaciones de grandes dosis de idiomas, sería mejor que su enseñanza contribuyesen positivamente a su capacidad intelectual y de análisis en lugar de negársela como hoy en día. Nosotros en Diccionario Invertext, del que yo soy co-fundador junto con Emilio G. Muñiz Castro, ponemos nuestro grano de arena, al anotar para los usuarios si un verbo es transitivo o intransitivo, dato fundamental si los múltiples diccionarios técnicos en línea hoy disponibles van a servir para algo.
Roderick Lee
Invertext Publicaciones, S.L.
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