De artículos, dietas, ejercicios y sitios Web
Hace poco me suscribí a un sitio para que me enviaran propuestas sobre webs dónde escribir (y donde te paguen por hacerlo, claro está) y a pesar de que me mandan opciones todos los días casi todas ellas son para escritores de habla inglesa y cuando digo de “habla” en realidad me refiero a “nativos”, a angloparlantes, y no es que el inglés se me dé mal, pero no puedo competir con alguien cuyo primer idioma sea este. Prefiero el español para hacerlo.
Con estos truenos son mínimas las ofertas para hispanohablantes (e “hispanoescribientes”). Las cuatro o cinco que he visto se refieren todas a escribir sobre dietas, regímenes alimenticios, ejercicios y cómo perder y mantener el peso. ¿Es que no hay otros temas de los cuales hablar? ¿A los hispanoamericanos no les interesa otra cosa que bajar de peso o mantenerse en un supuesto peso ideal? (y que quede claro que no estoy en contra de comer saludable y combatir el sedentarismo. Un poco de ejercicio nunca viene mal)
En todos estos sitios quieren de diez a quince artículos. Todos desean que sean cortos (entre 300 y 700 palabras), interesantes (porque se publicarán en la web) y que versen en los temas antes mencionados. ¿Es que no se ha escrito ya demasiado sobre esto?
La sociedad contemporánea invierte un tiempo y esfuerzos exagerados (en mi humilde opinión) en el peso corporal. Sí bien uno debe comer lo más sano posible para tener una buena salud, estos artículos y comerciales audiovisuales nos dicen (prácticamente nos gritan) a cada momento que estamos gordos y no por problemas de salud, sino por mera estética. Al mismo tiempo nos “tratan de vender” aparatos, geles y otros enseres que nos ayudarán a alcanzar “la figura soñada” y nos muestran a modelos (tan delgadas que lucen casi esqueléticas y deslumbrantes en su absoluta perfección), como los ejemplos vivientes de que esos aparatos sí funcionan y por desgracia son muchas (y muchos) los que se dejan seducir y caen presas de la sociedad de consumo.
¿No se dan cuenta que esas imágenes están “retocadas” y que es casi imposible acercarse a esa perfección porque ni siquiera ellas mismas se parecen cuando las despojas de todo el maquillaje facial y corporal, las apartas de la magia de los sets de fotografía (y de programas como Photoshop) y las expones a la luz natural, la más real y despiadada que existe?
Y eso no es todo. Paralela a esta parafernalia nos venden toda clase de comida chatarra, al tiempo que prácticamente nos obligan a cerrar los ojos ante ellas y a tragarnos una serie de productos bajos en calorías (que saben a rayo) porque son más saludables. Es una verdadera tortura psicológica en verdad.
Todas estas modelos (y actrices, cantantes, presentadoras de televisión, en fin, todas aquellas que tienen un protagonismo público de alguna manera) se matan de hambre para mantener una figura esbelta y, ¿de qué vale esto sí la inmensa mayoría de ellas está mentalmente perturbada sin ni siquiera percatarse de ello? Sufren por lo que no pueden comer. Sobreviven a duras penas con una manzana o un jugo al día. No me extraña que en su mundo existan tantas anoréxicas y bulímicas si el universo de la moda (y del mercado) casi las obliga a caer en eso.
Lo peor de toda esta situación es su influencia negativa en la sociedad. Son millones las adolescentes y jóvenes que, al querer parecerse a sus ídolos, caen en estos huecos psicológicos de los cuales es muy difícil salir. Tal parece que en vez de vendernos uno u otro aparato o tal o más cual dieta nos venden los desórdenes alimenticios. ¡Y así quieren todos estos bloggers que lo único que se escriba para los latinos sea sobre esto! ¡Con tantas cosas sobre las que hay que escribir!
En este mundo informatizado de hoy donde las relaciones humanas se pierden cada vez más y el contacto personal se mantiene a través de una máquina es más importante conversar sobre eso (y sí, digo conversar, no hablar fríamente de un tema X), tratar de influir en las vidas de las personas para así enriquecérselas y no para hacerlos sentir cada vez más miserables y descontentos con su propio cuerpo.
Sobre todo las mujeres la tenemos muy dura. Nos exigen juventud y belleza, y realmente es mantener una carrera contra el reloj para combatir el deterioro físico que por otra parte es inevitable. Por dondequiera nos bombardean: que sí las arrugas, que sí la frescura de la piel, que sí la celulitis o la grasa en el trasero. Nada, que todo es un gran complot para mantenernos comprando cuanto producto salga al mercado y al propio tiempo hacernos sentir culpables por caer en la tentación de comer una tableta de chocolate, un helado o un yogurt.
Por todo esto me niego a escribir sobre estos temas. Me rehúso a torturar a otras mujeres que, como yo deberían sentirse en paz con sus cuerpos y agradecer el hecho de estar vivas “viviendo” cada segundo de su existencia a plenitud como si fuera el último (y no digo que yo lo esté por completo. También caigo víctima de cuando en cuando de esa terrible maquinaria de explotación social). La única verdad real es que hoy estamos vivas, mañana, mañana ¿quién sabe? Por eso, a olvidarse de dietas y ejercicios (al menos de aquellos que hacen daño) y: ¡A vivir!

Jennie Roblejo P.





































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