Como ser cubano y no morir en el intento
Ser cubano ahora mismo es una tarea muy difícil (no se asusten que esto no es para nada una arenga política, de hecho detesto todo lo que tenga que ver con ella). Tiene que “salir a luchar” todos los días el sustento diario y créanme que no es algo fácil. Los trabajos son escasos y muy mal remunerados sí se tiene en cuenta que la moneda con la que pagan (el llamado peso cubano) es diferente a aquella con la que se pueden adquirir casi todos los productos necesarios para sobrevivir (el CUC), aunque algunos (muy pocos) se pueden comprar con el dinero corriente pero a precios altísimos (arroz, azúcar, frijoles, especias, viandas, frutas).
Y ojo, digo sobrevivir, no vivir, porque de ese salario básico se deben “sacar” todos aquellos insumos de aseo (dígase jabón, pasta de dientes, shampoo, detergente y papel higiénico, los que pueden darse el lujo de comprarlo, los que no, apelan al recurso de utilizar hojas de periódico, libretas, revistas, etc.); los de cocina (los primordiales: aceite, puré de tomate, algo de carnes, casi siempre pollo por ser lo más económico) y ropas y zapatos.
Realmente con el salario promedio que es de unos 350.00 pesos cubanos no se pueden comprar todos estos productos para la canasta básica sí tenemos en cuenta que el CUC está a razón de 25.00 pesos cubanos, lo que serían $14.00 CUC al mes y la mayoría de los productos cuestan entre $ 3.00 y $4.00 (los de precio mínimo).
Muchos no entienden el por qué de la constante marea migratoria cubana. Este es el por qué. Con esa perspectiva económica no se puede lograr sobrevivir dignamente y no existe ni la más mínima esperanza de que esto pueda cambiar en un futuro inmediato o mediato. Aunque existen mejores puestos de trabajo desde el punto de vista profesional los salarios máximos no alcanzan los $800.00 pesos diciendo por lo alto y estos solo representan $32.00 CUC al mes.
No vale de nada ser graduado universitario, máster o tener un doctorado en ciencias o humanidades sí no se puede aspirar a nada más.
No obstante, muchos se mantienen firmes dentro de la isla con esperanzas de que algo suceda y cambien las cosas y mientras tanto, se alimentan solo de logros profesionales mientras tienen los bolsillos vacíos, pero llenos de sueños.
Por esta situación las familias cubanas no se separan (y debido a esto los lazos familiares se afianzan muchísimo). Se ven obligadas a pernoctar varias generaciones en un espacio exiguo que a veces no rebasa los cuatro metros cuadrados. No existe la más mínima posibilidad de tener algún día casa propia. Este es un sueño inalcanzable para la inmensa mayoría de los cubanos. Miles de cubanos se echan a la mar tratando de escapar por vías ilegales de la isla que se ha convertido en su prisión (“¡AY, esa maldita circunstancia del agua por todas partes!”) con la idea de salir adelante y de esta manera poder ayudar económicamente a sus familias e incluso a algunos amigos (los más cercanos) también. Y que conste que el cubano no es, ni ha sido nunca un pueblo emigrante.
A lo largo de la historia de Cuba se ha establecido en otros países (España y Estados Unidos fundamentalmente), pero lo ha hecho por razones políticas sobre todo. Recuerdo especialmente las luchas independentistas del siglo XIX y la emigración en Tampa y Cayo Hueso. En el siglo XX, durante los primeros cincuenta años, el cubano salía del país con rumbo EUA y cuando hacía algo de dinero por lo común regresaba a su patria.
La situación se complicó al triunfar la Revolución en 1959. Millones de cubanos salieron en desbandada de la isla por miedo a la “amenaza roja” del comunismo, sobre todo aquellos que podían perderlo todo debido a las reformas de Fidel Castro.
Durante los sesenta y setenta todo pareció estar bajo control, aunque esto solo era la antesala de lo que estallaría posteriormente.
En la década de los ochenta del pasado siglo el panorama en Cuba cambió y el flujo de emigrantes creció de forma considerable. La situación política (y económica) ya era otra. Muchos perdieron la fe en la Revolución al darse cuenta de que había muchas cosas mal en el proceso y decidieron irse como única salida. Esto dio como consecuencia los sucesos de la Embajada del Perú primero y luego, durante los meses de marzo y abril de 1980 el éxodo masivo por el Mariel. En medio de la crisis provocada por este último acontecimiento se marcharon de la isla muchos intelectuales cubanos (el mayor ejemplo es el caso del escritor Reinaldo Arenas, quien murió en los noventa en el exilio) considerados “escoria” por las autoridades del país. También partieron otras personas consideradas no gratas por tener algún tipo de filiación religiosa o una orientación sexual diferente a la considerada “normal” y por supuesto, muchos delincuentes también aprovecharon la coyuntura y se fueron.
Cuando se abrieron las fronteras marítimas cubanas en agosto del ´94 (ya en plena crisis del Período Especial) se dio el episodio de los balseros. Miles murieron en esta, la última aventura de sus vidas. Se echaban a la mar en cualquier cosa (cámaras de camiones, de carros, balsas, muy pocos en botes improvisados) en pos de un mundo mejor.
Así llegamos al presente. Los “escapes” ilegales no han cesado a pesar del inmenso peligro que esto entraña, pero en los últimos años han aparecido “nuevas” vías de evasión a través del fenómeno de las “cartas de invitación”. Estas cartas permiten viajar legalmente a cualquier país como turista y entonces muchos cubanos se “quedan” en el lugar. Al cubano realmente no le importa cuál sea el destino. Lo importante es salir y poder establecerse allí o de lo contrario, encontrar la vía de llegar a los Estados Unidos donde tenemos ciertos “privilegios” migratorios.
Esta situación provoca un marcado rechazo por parte de los habitantes de las naciones de “acogida”. Nos hemos convertido en personas no gratas en muchos países del mundo (Este es el caso de Ecuador, Venezuela (el país de las “misiones”) y muchos otros, sin contar en esta lista a los Estados Unidos). Lo peor de todo es que generalmente la salida del cubano es definitiva. No nos queda ni siquiera la alternativa de regresar a la patria sí algo no sale del todo bien. Tenemos que conformarnos con ver nuestra Cuba de lejos.
¿Pasará algo en la isla que provoque cambios sustanciales en el nivel de vida y en la economía del cubano medio? ¿Regresarán los cubanos que están fuera de la isla cuando esto suceda? Estas son muchas de las interrogantes que están ahora mismo sobre la mesa. ¿Qué pasará? Nadie lo sabe con certeza.
Lo único real es que este proceso migratorio continuará, de no cambiar las cosas en Cuba. Por eso, todos ustedes, ciudadanos de los países de acogida, por favor, téngannos algo de paciencia y tolerancia. Sé que tenemos miles de defectos (ser escandalosos y creernos los mejores están entre ellos), pero también poseemos muchas virtudes. Somos solidarios, humanos, de carácter alegre y optimistas a pesar de todo. Nos encanta reír, aunque sea a costa de nosotros mismos y valoramos la familia y los amigos por encima de todo. Al final no somos tan malos. Regálense un tiempo para conocernos mejor y verán la certeza de esto que hoy les escribo.
Y a ustedes, mis hermanos cubanos dispersos por el mundo, sólo les digo: ¡No pierdan la fe!, porque al final nadie sabe (ni entiende a ciencia cierta) lo que es ser cubano (y mantenerse cubano) y no perecer en el intento.

Jennie Roblejo P.





































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