La familia oscura
"¿Sabéis cuál es el grupo humano donde ocurren las más feroces relaciones de injusticia, de explotación, de violencia? ¿Creéis que en los barrios marginales? ¿En los negocios? ¿En la política? No. En la familia. Precisamente por ser el lugar más íntimo, más secreto, más inevitable de todos, es donde ocurren en su máxima expresión todas estas cosas, el peor daño al ser humano".
Así nos enseñaba uno de nuestros profesores de Psicodinámica, que me marcó profundamente. Y hubiese podido añadir: por eso la familia -es decir, la madre, el padre, los hermanos, los abuelos...- es una de las instituciones más idealizadas del mundo.
Hubo en televisión un famoso programa de entrevistas a intelectuales -sobre todo escritores-, de enorme calidad y sinceridad (1) Los he visto casi todos. En tal programa, casi la totalidad de entrevistados, que llevaban pintado en el rostro -y en su obra- todo el solitario dolor de su existencia, aseguraban haber tenido una "infancia feliz". Todos decían haber tenido una madre estupenda, un padre magnífico, etc. Y yo pensaba: "¿no se habrán hecho artistas precisamente para eludir sus tremendas verdades?". Ya sabéis, el arte como sustitución de la psicoterapia o, al menos, del autoanálisis. Infinidad de artistas utilizan su actividad como aliviadero crónico de sus traumas, sin llegar a liberarse jamás de éstos.
Y es que la familia -o, como yo prefiero llamarla, el nido- es una de las experiencias más tótem y tabú del ser humano, de las que derivarán muchos mitos: Autoridad, Dios, Magia, Salvación... La familia, y por extensión la propia infancia, es una situación desesperada del género humano. Es una situación límite en la que millones de personas viven, a menudo para siempre, atrapadas a merced de fuerzas oscuras (es decir, inconscientes) abrumadoras y destructivas, ya sean psicológicas o también físicas. ¡Son escasísimas las excepciones! Y una gran cantidad de males sociales -locura, violencia, injusticia, saqueo- de los que tan obsesivamente nos lamentamos, resultan precisamente de ello.
Por eso, en mi opinión, cualquiera que no haya despertado al "sentido trágico" (como diría Unamuno) de la familia, no ha madurado aún. Cualquiera que no se haya percatado de las verdades amargas de sus relaciones parentales, no ha nacido todavía. Sigue dulcemente dormido bajo el opio soñador, idealizador, incluso cómplice del mito familiar, basado principalmente en la mentira, el dominio, el miedo, las desigualdades, el desprecio, el egocentrismo y, en fin, el desamor en cualquiera de sus innumerables formas. Ese hielo oscuro en que decenas de millones de bebés, inconmensurablemente indefensos, viven congelados durante décadas.
1. "A fondo", de Joaquín Soler Serrano
José Luis Cano Gil. Psicoterapeuta y Escritor. http://www.psicodinamicajlc.com
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