Cómo aprender a controlar la ira-4 consejos prácticos
Aprender a controlar la ira es un asunto personal y cada uno de nosotros puede tomar las medidas necesarias para aplicar las técnicas que se requieran para vencer la ira.
Si deseamos controlar la ira para estar en paz con nosotros y con nuestro semejante, hemos dado otro gran paso. Recordemos que el primer paso para controlar la ira es precisamente aceptar que no hemos podido controlar nuestro mal carácter y que reaccionamos con ira frente a muchas circunstancias.
Ya hemos reconocido que tenemos ira, que nos hacemos daño a nosotros mismos, que perjudicamos la relación con nuestros semejantes, entonces ¿qué podemos hacer? ¿Cómo hacemos para empezar a controlar la ira? ¿Qué estrategias puedo utilizar hoy mismo?
Estrategias de control de la ira
1. No se moleste por cosas triviales.
En una oportunidad leí en un buen libro, que la mayor parte de los divorcios en Estados Unidos, se debía a minucias, es decir, a cosas de poco valor, a discusiones de poca importancia. Así que si sentimos que nos ponemos iracundos y perdemos el control de la ira por cualquier cosa de poca importancia, es vital atender a este asunto e impedir que cosas pequeñas puedan provocar en nosotros semejante inestabilidad.
2. No dejes que tus emociones te dominen.
No debemos permitir que nuestras emociones nos gobiernen. Debemos nosotros dominarlas. Ser presa de cada emoción y estallar por cualquier cosa puede traernos amargas consecuencias. Así que cuando te sientas que la ira comienza a dominarte, no cedas ante una emoción momentánea, y recuerda que tal vez más tarde te sientas profundamente arrepentido y después tengas que rogar una disculpa.
3. Controla lo que dices
Cuando sientas que eres preso de la ira, mide lo que vas a decir. Si eres tú la víctima de un furioso, entonces también debes medir cómo le vas a responder. El responder de forma más calmada, ablanda la ira. Recuerda que con tus palabras puedes herir profundamente a otra persona y después lamentarlo. Así controlemos nuestra lengua y así controlaremos la ira.
4. No hagas caso de las ofensas
Es muy natural sentirse provocado ante las provocaciones de otra persona. Pero es mejor no hacerlo, puesto que lo único que conseguimos es discutir, traernos dolores de cabeza y un mal rato, ¿para qué? Por nada. La otra persona tal vez seguirá feliz su vida, y nosotros amargados. Si hacemos caso omiso de las injurias, actuaremos con prudencia. Usted y yo sabemos como somos y no necesitamos de la aprobación de otras personas. Debemos recordar que no siempre le caeremos bien a todo el mundo. Además no debemos sobredimensionar las cosas. Muchas veces somos nosotros los que le damos demasiada importancia a las opiniones y las palabras de quienes nos rodean. Por ejemplo, una vez una amiga mía estuvo varios días sin saludarme. Al preguntarle qué le había hecho, me dijo que “yo sabía bien lo que había provocado su molestia.” Hasta el día de hoy no sé que fue lo que exactamente provoco su mal estado hacia mí. Tal vez ella sobredimensiono un asunto de poca importancia que yo dije o hice, y eso provocó su molestia por varios días. Ni yo mismo recuerdo qué fue. Así que probablemente fue algo que dije sin sentirlo o sin pensarlo bien. Entonces no te sientas ofendido fácilmente por las actitudes de tus semejantes. Más vale que dejes pasar un tiempo si sientes molestia por una acción de un semejante, y después cuando las cosas estén calmadas, hablar con esa persona tranquilamente y hacer las paces. Y no estar días sin saludarse por un asunto de poca importancia.
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Teo Rivas





































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