Más allá de Ciencia y Profecías
El común de los mortales quizás no entienda sobre los cambios en el campo magnético de la Tierra. Quizás no entienda sobre las profecías Mayas, ni sobre otros aspectos de la ciencia que nos informan sobre el cambio climático ni cosas por el estilo. Sin embargo, eso no hace falta cuando uno quiere darse cuenta de que, realmente, algo está pasando en la Tierra. Los acontecimientos sucedidos en Japón, últimamente, nos vuelven a demostrar lo pequeñitos que somos en relación con lo que creemos ser, por más preparados y organizados que estemos para enfrentar catástrofes naturales. Aunque queramos encontrar la manera de manejar al planeta, con proyectos como el HAARP, que pretende afectar el clima, manipulando la ionósfera, finalmente, no somos más que otro elemento que forma parte de este planeta. Más allá de nuestros deseos por controlar y ser omnipotentes, nos damos cuenta de que estamos lejos de ser los verdaderos gobernantes del planeta, y no parecemos querer comprenderlo.
Nosotros somos parte de la naturaleza, no somos dueños de ella. Cuando la naturaleza nos quiere estremecer con su furor, nos lleva a los que nos toque, seamos buenas personas o no. Creo que es un momento importante para volver a reflexionar sobre nuestra relación con el planeta, y esto necesitamos hacer una y otra vez hasta que cambiemos de chip mental y reaccionemos.
El otro día, en el facebook, había un debate sobre la feria taurina en Ecuador. Quieren abolirla y la gente se quejaba de que se le quite la libertad de elegir. Comenté que sería bueno mantener la feria siempre y cuando los animales tengan la misma libertad que nosotros de escoger estar ahí. Bueno, me cayeron duro diciendo que cómo pueden tener libertad los animales si, aparentemente, no tienen la conciencia para elegir. Esta idea de que nosotros sí tenemos libertad me pareció un reflejo del nivel de arrogancia con la que vivimos los humanos. Finalmente, ¿cómo podemos considerarnos seres conscientes si somos capaces de generar tanta maldad y destrucción? Sobre todo cuando entendemos a la conciencia como sabiduría, como estar verdaderamente despiertos. ¿Cómo nos podemos considerar seres libres si dependemos tanto del qué dirán, si dependemos de gobiernos, líderes y tantos bastones psicológicos? ¿Podemos realmente llamarnos conscientes y, encima más, libres? Mejor sería decir que somos seres con un potencial de conciencia maravilloso, lo cual se ajustaría más a la realidad, sobre todo mientras estemos gobernados por el ego y la codicia.
Quizás lo que está sucediendo, no sólo con la naturaleza sino con el ser humano, sea parte del proceso evolutivo colectivo. Seguramente la Tierra esté pasando por su etapa oscura o su Kali Yuga, tanto como le está sucediendo a la “conciencia” humana. Quizás ese sea el motivo por el cual el ser humano está llamado a generar tanta destrucción. Pero, eso no nos hace mejores ni peores que los animales, ni las plantas, ni los árboles, a los que estamos destruyendo a un ritmo impresionante. No, simplemente no somos mejores ni peores que el resto de co-habitantes del planeta, somos todos complementarios.
Los humanos creemos tener el derecho a una libertad basada en el ego y la arrogancia. Nuestra libertad moderna no está basada en la comunión ni en sentirnos parte de la naturaleza. Las personas más sabias del planeta, hombres y mujeres, no viven gobernados por su ego, ni viven en castillo o palacios, más bien son las personas más humildes y son las que más comprenden esta relación con todo lo que es. En estos casos específicos podemos hablar de conciencia, antes, considero que es mejor hablar de un potencial de conciencia. SI obráramos con conciencia otra sería la situación de la humanidad. Mientras tanto, necesitamos re-enfocarnos hasta comprender que no podemos seguir viviendo pensando que lo que somos capaces de hacer los humanos es mejor que lo que hacen las otras especies con las que convivimos. Los humanos matamos más por satisfacción o diversión que por supervivencia. ¿Qué tipo de sadismo es ese? ¡Qué espantoso! ¿Y nos creemos mejores que el resto de las especies porque creemos tener una conciencia? Sin duda, es necesario bajar esos humos humanos y aprender a vivir más integradamente con el resto. Para eso necesitamos destruir los sistemas que han cultivado la codicia: el sistema económico, el sistema político y cualquier sistema centrado en el poder egocéntrico.
Con seguridad estos aspectos de la personalidad como la codicia, la envidia y el odio, son parte de nuestra estructura existencial por un motivo superior a, simplemente, experimentar estos sentimientos y quedarnos en ellos. Pero, es más fácil quedarnos en esos sentimientos que tener la voluntad para transformarlos en conciencia. Tenemos una capacidad increíble para amar y también por eso solemos creernos superiores y que equivocados seguimos. ¿Cuántas veces y cuántas especies nos han demostrado que su capacidad para amar es más pura que la nuestra?
Así que consideremos estas y otras cosas y bajemos los aires de grandeza humana que son los que le tienen a la humanidad en este punto tan drástico y triste. ¿Dónde está nuestro ser de luz? ¿Dónde está nuestro lado lumínico? ¿Acaso sigue refundido, porque cuesta cultivarlo, cuesta despertarlo? ¿O es que estamos todavía con los efectos de las obsesiones ilusorias creadas por nuestro ego, el lado oscuro y lo rico que se siente ser superiores a los demás? Esta idea, sembrada consciente o inconscientemente en nosotros, nos tiene más a un paso de nuestra propia aniquilación que a un paso de evolucionar hacia nuestra esencia espiritual. Eso debe reflejarnos que algo no hemos hecho del todo bien.
El facilismo es la base de nuestra pereza existencial. Preferimos un microondas a calentar los alimentos de forma más “natural”. Preferimos los cultivos químicos a los orgánicos por factor tiempo, producción masiva y mano de obra. Preferimos quedarnos en lo establecido a sacudirnos y buscar nuevos caminos y lo más triste es que la mayoría espera que otros hagan los cambios y no se estimulan para su auto transformación.
Las ideas, las reflexiones pueden quedar en el aire, muchos podremos sentirnos identificados con los mensajes, pero lo que importa es que manifestemos los cambios en nosotros mismos. Si queremos soportar esta etapa de cambios planetarios y sobrellevar los tsunamis físicos, emocionales y espirituales en los que nos vamos a ver envueltos, necesitamos empezar a manejar nuestra relación con lo que nos rodea de una manera más sensible y abierta. Sea que nos quedemos en la Tierra o no, necesitamos despertar de esta ensoñación, del Kali Yuga o era de hipocresía y riña.
Estamos pasando por un proceso planetario sumamente fuerte y no hace falta tener el conocimiento científico y descifrar las profecías Mayas para darse cuenta de que estamos siendo sacudidos. Este es un requerimiento indispensable para el cambio en nuestro nivel de conciencia colectivo. Sólo basta con ver la crisis que está pasando a nivel mundial en cuanto a economía, política, religión y moralidad, y ver los desastres naturales tan seguidos y tan fuertes como para darnos cuenta de que necesitamos volver a considerar nuestro paso por la Tierra, en este momento, y ser más claros en cuanto al efecto que tenemos sobre nuestro alrededor con lo que hacemos tanto como con lo que dejamos de hacer.

Goy Paz, Terapéuta Psicosomática desde 1993. Conductora radial sobre temas de crecimiento personal desde 1988. Ha publicado 2 libros y 3 cds. Se especializa en Manejo de Estrés y Balance Emocional. Directora de Radio Serenidad y de Serenidad Spa Terap





































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