Yo también quiero ser expresidente
En el desastroso cuando menos, mundo de la política española, ya nada o casi nada, nos puede causar sorpresa a los sufridos y pacientes ciudadanos de este país. Por eso, cuando llega a nuestro conocimiento lo que cobran los anteriores presidentes del gobierno de la nación, no podemos evitar, que se nos aceleren las pulsaciones, y que en el peor de los casos, aumenten nuestras posibilidades de que nos entre una taquicardia, debido a la indignación que nos produce ver como se desperdicia alegremente el dinero de las arcas publicas, que no es ni más ni menos, que la pasta de todos los españoles.
Que los señores González y Aznar cobren del estado ochenta mil euros al año, cantidad que además tiene carácter vitalicio, en base al cargo que han desempeñado ejerciendo la presidencia del gobierno de España, cuando ambos perciben grandes ingresos de las empresas privadas en las que actualmente prestan, de una u otra forma sus servicios, es como mínimo, algo que sonroja, incluso al más tonto de los mortales, y más aún, en un país que puede batir un record histórico, pues nos acercamos peligrosamente a los cinco millones de parados, por más que insistan los interesados en desviar la atención sobre el tema, cuando dicen que las estadísticas exageran, que las cifras están infladas, y que el número de personas sin trabajo es bastante menor.
Siguiendo con nuestros Ex, se entiende que estas pensiones de lujo, pueden ser percibidas, y es una de las justificaciones que esgrimen quienes están a favor, en base a las enormes responsabilidades desempeñadas y los grandes servicios prestados a la patria (aunque en esto, habría que matizar bastante, sobre todo analizando determinados acontecimientos con profundidad, detenimiento y rigurosidad, y puede que alguno o algunos no saldrían muy bien retratados en la foto de la historia), y que no desempeñan otra actividad laboral remunerada, pero que el propio estado, haga más ricos, de lo que ya lo son, a Felipin y a José Mari, es inaceptable, y utilizamos un calificativo bastante suave.
No se pueden tener dos sueldos, cuando uno de ellos proviene del tesoro público, y en el momento que los dos personajes mencionados, se dedican a trabajar o a colaborar con la empresa privada (la valoración ética que nos merece este hecho, lo dejamos para otra ocasión), deberían de dejar de percibir automáticamente, el dinero que proviene de las arcas del estado.
Habría que preguntarles a todos los que desfilan diariamente por las colas del paro, que es lo que piensan al respecto, seguro que la respuesta de la mayoría sería contundente, y el sentimiento, tan parecido como cuando a alguien le dan una patada, en ese sitio del cuerpo que tanto duele.
Paco Arias.
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