El cerebro emocional en la política
Por diferentes situaciones, bien del orden económico, social, religioso o de cualquier otro orden, o bien tomando como excusa cualquier pretexto, y sobre todo porque estamos en puertas de una campaña electoral, últimamente se observa un clima institucional que no favorece la adecuada toma de decisiones por parte de los ciudadanos.
No quiero meterlos a todos en el mismo saco, porque es injusto. Tampoco quiero que se entienda que la política no es una actividad noble y honesta, no obstante quiero señalar, que el clima político puede contagiar o contagia emocionalmente a la gente, de cosas muy peligrosas.
Los responsables de los diferentes partidos políticos, quizá no sean los encargados de educarnos emocionalmente, sin embargo, gran parte de sus actividades parecen ir destinadas a explotar nuestra capacidad de sentir, de comprender, y de modificar los estados emocionales de los ciudadanos.
Parecieran empeñados en demostrarnos que toda nuestra vida depende de ellos, por lo que necesitan quitarnos la sensación de control sobre nuestro propio futuro. En ocasiones sus mensajes, parecer querer ahogar nuestro propósito de vida, para inmediatamente erigirse ellos como “nuestros salvadores”: <>
El esquema siempre es el mismo: si NO gobiernan, me dicen que cuando lo hagan, me irá mejor, y si gobiernan ya, me remarcan lo mal que me puede ir si no salen de nuevo elegidos…
Si analizamos sus mensajes desde un punto de vista emocional, y salvo honradas excepciones, nos damos cuenta de que no pretenden aumentar el nivel de consciencia social, no son mensajes autocontrolados emocionalmente (se ridiculizan, se insultan, se abuchean y se insinúan cosas terribles), ni pretenden motivar al ciudadano, o invitarnos a ponernos en el lugar del otro para aumentar la colaboración y la solidaridad. Pareciera que, cuando se dirigen a los ciudadanos, se dejaran el “cerebro emocional” en casa.
Los mensajes de los políticos, vienen demostrando falta de Inteligencia Emocional, no pretenden influir positivamente en el estado de ánimo de los demás, utilizan la comunicación de modo torticero, y por tanto, pretenden aprovechar el contagio emocional del miedo, la incertidumbre, o la rabia, para atraer hacia ellos, cuotas de votos. Escuchándolos, en ocasiones, parece que quieren que te acerques a ellos porque huyes de algo, no por sintonía emocional con su carácter o con su proyecto.
Seguramente, algún día, la Inteligencia Emocional de los ciudadanos sea mayor que la actual, al menos la suficiente para no permitir estos escenarios, y dejemos fuera a todo aquel que no venga a sumar, que no establezca sinergias entre aptitudes personales y sociales, que no facilite una toma de decisiones integrando las diferencias, y dejemos fuera al que viene a despertar nuestras emociones más desadaptativas.
Determinar el cambio institucional y político, conlleva desarrollar la Inteligencia Emocional en todo y en todos
Dionisio Contreras Casado
Excelente artículo! saludos
Gracias Guillermo!
Gracias Guillermo!
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