Cómo hablar en público
Hablar en público puede ser un arte. Pero para muchos, ese acto de comunicación puede resultar la más aterrorizante de las experiencias. Cabe, entonces, preguntarse: ¿por qué una acción que le es tan inherente al ser humano -un privilegio- como lo es el de expresarse mediante la oralidad, constituye, en ciertas circunstancias, un suplicio para muchísimas personas?
Para una respuesta acertada tendríamos, inicialmente, que identificar adecuadamente el problema, para asi alcanzar soluciones apropiadas y definitivas. Y en ese sentido, debe quedar muy claro que, en este caso, la dificultad no radica directamente en el acto propio de hablar, pues, si así fuera, no tendría razón de ser tamaño comportamiento, precísamente en el ser a quien la naturaleza dotó de la capacidad única de expresarse oralmente, mediante el uso de sonidos articulados, comunmente conocidos como "palabras".
Si el problema no está en el simple acto de hablar, ¿dónde reside, entonces, la dificultad? A mi juicio, el mayor miedo que invade a quien se enfrenta a un público, es el temor al ridiculo. Horror que proviene de la inseguridad que invade a quien no confía en su propia idoneidad para transmitir adecuadamente una idea. Pánico de no tener la capacidad de expresión necesaria para hacerse entender y, además, convencer.
La mayor necesidad, pues, del hombre, como ser eminentemente social, es sin duda, la aceptación. Y es ese rechazo -implícito en el temor al ridículo- el que penetra como punzante aguijón en lo más profundo de la siquis de quien se enfrenta al desafío de enfrentar a un grupo de semejantes dispuestos a devorarlo como fieras hambrientas, a la menor equivocación, a la menor muestra de inseguridad, al menor titubeo.
Así las cosas, el interrogante de cómo hablar en público, se devela acertadamente cuando atacamos el problema en sus causas reales, en su génesis. Y ello, definitivamente, se logra si quien hace las veces de expositor u orador se prepara adecuadamente en el conocimiento profundo del tema a tratar y aprende las técnicas necesarias para acaparar la atención y convencer. Así, indudablemente, el temor al ridículo será apenas un pensamiento fugaz. Visto así, ¿te gustaría convertirte en un excelente orador, en un magnífico expositor?
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