Hermes, el guía interior
Hermes, Mercurio para los romanos, es uno de los doce dioses del Olimpo, hijo de Zeus y de Maya, una de las pléyades, nació según la mitología, en la región griega llamada Arcadia, donde su culto adquirió gran importancia.
La simbología de Hermes es muy rica y compleja. Creador del alfabeto griego, de la lira y la escala musical. Inventor de los pesos y medidas y de la astronomía. Está relacionado con la elocuencia y la capacidad de manejar el lenguaje hablado.
Su característica principal es que se trata de un dios cercano a los hombres. Era el mensajero de los dioses, por lo que podía moverse con facilidad entre el Olimpo, la Tierra y la región de los muertos o Inframundo . Hermes es el único Dios de los doce olímpicos con la capacidad de entrar en contacto con inmortales, mortales, y desalmados. En palabras de Homero “Y Hermes se comunica con todos, mortales e inmortales...”
La mitología no tiene solamente un valor histórico, cultural, simbólico y cósmico. Contiene, oculto tras su belleza y riqueza simbólica, un sentido interno, un equivalente psíquico. En este sentido, cada elemento mitológico tiene una transposición psicológica. Aplicando lo anterior en el caso del dios Hermes se trata de una energía de características muy concretas que mora en la psiquis de cada ser humano y está relacionada con el aspecto mental. Esta energía es susceptible de ser desarrollada en dos sentidos opuestos. El primero como ayuda en el desarrollo de la mente superior consciente. En este sentido Hermes representa la Inteligencia. Esta energía también puede ser desarrollada en su aspecto inferior, como alimento de niveles mentales densos. Por ello Hermes representa por una parte, la Sabiduría y la Inteligencia relacionada con el conocimiento del mundo divino, terrestre y del más allá, pero también es el dios de la astucia, el engaño y la mentira.
Como dios de los comerciantes se le representa en muchas ocasiones con una bolsa de monedas en la mano. Está muy unido a la economía y a la riqueza tanto material como espiritual.
En una lectura interior de la mitología la energía de Hermes la encontramos en el nivel que sirve de enlace entre los dioses y los hombres, entre las energías celestes y las terrestres. Hermes, el Mensajero de los dioses, hace inteligibles las ideas divinas a los hombres, y a la vez conduce a éstos hacia los estados más sutiles.
Hermes es el encargado de establecer las relaciones necesarias para que el ser humano pueda acceder a estados de conciencia no habituales. Por ello es el guia en el mundo de los vivos, como protector de los viajeros en la antigua Grecia en las encrucijadas existía una estatua de Hermes, (las Hermeias) que indicaba al caminante el camino que debía seguir. A él se encomendaban cada vez que iban a realizar un viaje para que los guiara y protegiera en el camino.
Del mismo modo, como psicompompos (conductor de almas), es el encargado de conducir y guiar a las almas en el mundo del más allá, de indicarles el camino a seguir en el inframundo así como conducirles de regreso a nuevos cuerpos una vez cumplido el proceso de catarsis o purgamiento. Es el guía interior en el recorrido post mortem, y el de los vivos que inician el viaje interior hacia su propio inframundo. Guía de los iniciados en el camino que se abre ante ellos después de la muerte iniciática. En general es guía en todo cambio de estado, siempre que se muere en un plano para renacer en otro.
También es llamado en la mitología “Onericopompos” : El que nos guía en el mundo de los sueños. En el mito griego el sueño es hermano de la muerte. En ambos casos la psique abandona el cuerpo para ingresar en dimensiones “no físicas”.
De su relación con el mundo del más allá nos hablan algunos mitos. Por ejemplo, Hermes es el enviado de Zeus a las regiones del Hades para convencer a Plutón de que acceda al regreso a la vida de Perséfone. El mismo papel de conductor tiene en el mito de Orfeo y Eurídice o en la ayuda que presta a varios héroes de la mitología griega en su descenso al mundo de los muertos.
Pero Hermes no es solamente mensajero de los dioses también es su intérprete (herménèutes) haciendo posible que los hombres reciban el mensaje divino, haciendo inteligible para el hombre común el lenguaje de los dioses.
Hermes-Mercurio nos conduce a la depuración de nuestra psiquis y al trabajo interior, es el que nos lleva y nos guía en todos los mundos y nos ayuda a pasar a estados de conciencia más elevados. En este sentido podemos recordar la ayuda que presta a Perseo en su lucha contra Medusa el monstruo cuyos cabellos eran serpientes y que petrificaba con su mirada. El héroe griego recibe como regalo de Hermes las “sandalias aladas” para que pueda llegar hacia el lugar donde mora Medusa, un espacio interior donde reinan la oscuridad y el horror, cortar la cabeza de Medusa y liberar a Andrómeda, representación de la parte divina que solo es liberada con la muerte del monstruo.
Su símbolo es el caduceo: dos serpientes entrelazadas alrededor de una vara central. El caduceo de mercurio nació como emblema de reconciliación de los opuestos y su simbología es muy profunda. Alude también el número 8, el infinito y la regeneración.
Como dios de la Sabiduría desde tiempos remotos Hermes fue identificado con el dios egipcio Toth cuyo lugar de culto más importante en Egipto era conocido por los griegos como Hermópolis, es decir, la ciudad de Hermes. Como al dios griego a Toth en la mitología egipcia se le vincula con el mundo de los muertos, teniendo un papel importantísimo en la “psicostasia” o juicio del alma. Debido a esta identificación entre el Toth egipcio y el Hermes griego, desde el siglo II d.C. se convirtieron en una única figura conocida por los hermetistas con el nombre de Hermes Trismegisto (el tres veces grande). De este modo se convirtió en la fuente de la sabiduría hermética y a él se atribuyen varios de los textos anónimos que aún se conservan y constituyeron un pilar fundamental en el desarrollo filosófico y espiritual de occidente.
Rubén González e Inés Martín
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Rubén González e Inés Martín
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