Centrales energéticas
Están de triste actualidad las centrales nucleares. El accidente de Fukushima en Japón a raíz del terremoto y posterior tsunami ha puesto de nuevo este tipo de centrales en el punto de mira. Japón es un país altamente industrializado y rico, y aún así se ha producido allí un accidente que ha puesto en jaque la vida de sus millones de habitantes y del que todavía no conocemos las consecuencias completas.
La naturaleza ha superado nuestros scopemeters
Todos los ingenieros con su calibrador de procesos, Scopemeters y demás aparatos, todas las medidas de seguridad modernas que el hombre puede poner en funcionamiento para controlar la seguridad no son suficientes cuando se desatan las fuerzas de la naturaleza.
¿Son necesarias las centrales nucleares?
El problema es que la vida que llevamos en la sociedad contemporánea implica un gasto desmesurado de energía. En cada hogar hay un circuito eléctrico y decenas de aparatos que lo utilizan, de modo que nosotros sólo tenemos que llegar y dar la luz. Es un gesto tan simple que no nos damos cuenta de la compleja tecnología que hay detrás hasta que no escuchamos los nombres de los aparatos que son necesarios para mantenerlo: calibrador de procesos, scopemeters.
Si queremos prescindir de las centrales nucleares tenemos dos opciones: o generamos energía en otro tipo de centrales o reducimos drásticamente el consumo.
Las fuentes de energía totalmente limpias como el sol o el viento no pueden, hoy por hoy, mantener nuestro nivel de consumo energético. Y si bien es cierto que un accidente en una central nuclear es letal, no debemos olvidar que las centrales térmicas también matan poco a poco. Lo que hasta hace pocos años era considerado un hilo de humo sin importancia ahora sabemos que causa efecto invernadero y destruye la vida. En estas centrales se queman gases explosivos que deben controlarse con calibradores de procesos.
La solución, reducir el consumo
Es muy fácil ponerse en contra de todos los tipos de centrales, unas son mortales en caso de accidente y generan residuos imposibles de reciclar, otras emiten gases venenosos a nuestra atmósfera y hacen que estemos respirando nuestros propios residuos, incluso las más limpias afean el paisaje y provocan la muerte de pájaros y peces. Lo que no es tan fácil es reducir drásticamente nuestro consumo energético, y mientras no lo consigamos la desaparición de cualquier tipo de central productora de electricidad será una quimera.






































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