Perú clama por el Pan, la Patria, y la Justicia
Ya veremos si les dejan…
La victoria de Humala en las Elecciones Presidenciales de Perú supone algo más que un evidente giro a la izquierda: “La Gran Transformación” (como ha denominado la candidatura de Perú Gana a su Programa de Gobierno) representa una auténtica revolución política, económica y social que no sólo debe poner fin a la histórica e institucionalizada corrupción sino que, sobre todo, pretende poner un punto final a las tremendas desigualdades sociales existentes en el país. Ollanta Humala ha vencido con un Programa Electoral que no admite lugar a dudas y en el que el cuestionamiento frontal al neoliberalismo es toda una declaración de principios. Por una parte, el triunfo de Humala frente a la continuidad del fujimorismo satisface y tranquiliza a todo demócrata, independientemente de su orientación ideológica. Así, un hombre tan distante de planteamientos de la izquierda transformadora como el nobel de literatura Mario Vargas Llosa, ha manifestado: “Hemos ganado todos los peruanos que no queríamos que nuestra democracia se desplomara y que resucitara toda una mafia que destruyó nuestras instituciones, saqueó los recursos públicos, llenó de sangre, de sufrimiento, de dolor nuestro país”. Pero además de suponer una victoria frente a la corrupción y el totalitarismo impreso en el apellido Fujimori, el triunfo de Humala –repito- representa una alternativa de izquierdas que por su programa de transformación profunda y radical de Perú está –se quiera o no- mucho más próxima a las propuestas del ALBA que a esa izquierda populista, light y descafeinada de Uruguay, Argentina e incluso Brasil que tan poco preocupan a los EE.UU. Ya sé que Humala se ha visto obligado a repetir una y otra vez durante su campaña electoral que no iba a hacer de Perú un modelo bolivariano al estilo de Venezuela… ¡y qué iba a decir, el hombre, si la mínima proximidad a Chávez es considerada como una auténtica tentación del maligno!, empero la realidad se impone y los principios ideológicos (que espero que llegado al poder sigan manteniéndose firmes en el ciudadano y en el militar Humala) son los que el pueblo ha votado para transformar el Perú que recibe, un Perú en el que el extraordinario crecimiento económico de los últimos años no se ha visto reflejado, lo más mínimo, en un incremento del bienestar de la población; No debemos olvidar cuál es el Perú que se va a encontrar Humala: Un sistema ¿democrático? cuyas reglas de juego fueron diseñadas tras un golpe de estado y que criminaliza la movilización social, un país en el que uno de cada tres peruanos viven por debajo del nivel de pobreza, donde existen tres millones de personas en situación de “pobreza extrema” y en el que ¡¡el 45% de niños y adolescentes están en situación de pobreza y el 19% de ellos en extrema pobreza!!, un Perú estructurado a través de un Estado centralista y neoliberal que hace más grandes las desigualdades territoriales, permitiendo el crecimiento de sectores privilegiados y empobreciendo a la población y en el que ¡¡en once de sus regiones el 50 % de sus habitantes son pobres!!, un país en el que la carencia de agua, desagües, gas y electricidad afectan a una gran cantidad de peruanos, un país con altos índices de prostitución infantil, de desnutrición infantil y de explotación infantil. Hereda Humala, también, Un Perú donde la educación y la sanidad es privilegio de unos pocos, con una creciente inseguridad ciudadana, con unos tratados de libre comercio que hipotecan de manera sangrante la soberanía nacional, con unos extraordinarios recursos energéticos cedidos a manos de influyentes oligopolios transnacionales, con un modelo de desarrollo de la exportación de minerales que favorece el negocio rápido y genera cuantiosas ganancias a unas cuantas grandes empresas extranjeras sin ningún beneficio para los productores peruanos, con una corrupción generalizada heredada del fujimorismo mafioso que infecta a la economía, la política, la enseñanza y los medios de comunicación y que también invade, a través del narcotráfico y de sus conexiones con el terrorismo senderista , a políticos, ejército, policía, jueces y fiscales. Así las cosas poco más puede hacer el nuevo y flamante Presidente del Perú que cumplir con su Programa de Gobierno y no defraudar a quienes han depositado su confianza en esa alternativa presentada en torno al Programa de Gobierno “La Gran Transformación”; el pueblo peruano ha manifestado alto y claro, de manera democrática y mayoritaria que exige reconstruir la nación peruana, con una estrategia de modernización y desarrollo enraizados en la expansión de los mercados internos y en la inclusión social y cultural, con justicia, libertad y en democracia. Sé que son muchos y poderosos los enemigos pero o Ollanta Humala está a la altura de las circunstancias o mejor que se hubiese quedado en su cómoda casa. El pueblo lo ha elegido para hacer una transformación profunda y radical y aquí no caben eufemismos socialdemócratas ni centroizquierdistas. Habrá que nacionalizar. Habrá que romper tratados. Habrá que buscar otros aliados más próximos en sus compromisos y objetivos entre los gobiernos y los pueblos de América Latina. Perú quiere, en tres palabras: Pan, Patria y Justicia. Ya veremos si les dejan…
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