¿Cómo afectan las energías masculinas y femeninas a nuestra relación?
Existen muchos motivos por los cuales dos personas deciden establecerse como pareja; a veces mal encaminados: algunas se forman desde la decisión de proveerse un apoyo económico y otras para asegurarse un apoyo emocional que, en ocasiones, puede llevar a la privación de libertad. Afortunadamente, los tiempos han cambiado mucho desde varias generaciones atrás en cuanto a los factores que entran en juego a la hora de buscar pareja, y lo que sí es necesario para que una relación funcione es que ambos miembros equilibren sus energías tanto masculinas como femeninas de forma que ambos complementen desde sus individualidades sus energías para sumar a favor de lo que ya se es por individual.
A la hora de encontrar pareja, tanto hombres como mujeres buscamos a una persona que complemente nuestras energías, incluso sin darnos cuenta. Por ello parece lógico concluir, por ejemplo, que un hombre con una energía predominantemente masculina se sienta atraído por una mujer con una elevada energía femenina. En este tipo de pareja donde ambas energías se complementan debidamente, surge una atracción, a la que llamamos química, que beneficia a cada uno al potenciar sus fortalezas y mejorar sus aspectos más débiles.
Pero aunque una persona encuentre a alguien con quien puede llegar a un buen grado de complementación y la atracción y el magnetismo sea evidente a primera vista, estos factores de por sí no garantizan el éxito para formar una relación de pareja sana y feliz. Hay otras variables que tienen un papel fundamental como aprender a comunicarse eficazmente, a actuar debidamente y a querer y saber cooperar con el otro. Sin olvidarse del grado de compromiso que ambos estén dispuestos a adquirir. Otro aspecto muy importante a tener en cuenta es que la relación será un espacio de bienestar que nos permita crecer y aprender, si cada uno se compromete a sacar lo mejor de sí mismo contemplando que la otra persona solamente es alguien con quién hemos decidido compartir y recorrer parte de nuestro camino vital y que, en última instancia, somos nosotros los responsables de nuestra vida.
Muchos de los conflictos que surgen a la larga en una relación de pareja, se deben a que no estamos conformes en cómo el otro se comporta, piensa, actúa y tendemos a responsabilizarle de estas diferencias. Este puede ser el caso de una pareja, donde uno es el que toma la iniciativa en gran número de ocasiones y el otro el que las sigue y asume quejándose de que su pareja no le deja espacio para expresar sus opiniones, en lugar de analizar su actitud y empezar a valorar sus opiniones expresándolas con mayor frecuencia. Aunque si bien es cierto que en los conflictos parte de la responsabilidad, en mayor o menor parte, suele ser compartida solamente cada uno es el auténtico responsable de gestionar sus acciones, decisiones y comportamientos.
Volvamos a valorar nuevamente el papel de cómo administra cada miembro de la pareja sus energías masculinas y femeninas. Cuando el conflicto ya está presente, puede ser buen momento para profundizar dentro de sí mismo y analizar cómo se están gestionando cada una de estas energías. Pongamos, por ejemplo, el caso de una mujer (o un hombre también) aporte en mayor grado su energía femenina a la relación. Puede que sea el momento para que contacte con sus rasgos más masculinos, por lo general, en la forma cómo se comunica con su pareja. Y, en el caso de un hombre (o una mujer) que aporta la mayor parte de la energía masculina, quizás ha llegado el momento para que aproveche algunos de sus rasgos más femeninos, como la empatía, la receptividad, la ternura.
En última instancia, nos será de buena ayuda que en lugar de esperar que sea nuestra pareja quién nos aporte aquellas cualidades en las que no destacamos tanto, seamos nosotros mismo quienes tomemos la decisión de cultivar cada una de estas habilidades dentro de nosotros mismos. Equilibrando habilidades más propias de la energía masculina, como: el análisis, la lógica, la planificación, la perseverancia con otras más propias de la energía femenina: la paciencia, la empatía, la receptividad, la intuición. Conviene tener presente que cada miembro de la pareja es un individuo completo, competente que aporta y comparte su plenitud al otro, sumando entre los dos una suma mayor a lo que es cada uno por individual. Estos aspectos también nos pueden ser de gran utilidad para lograr tener la actitud adecuada a la hora de encontrar pareja.

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