El Importante papel del Sentimiento de Culpa
La culpa está en el grupo de los sentimientos desagradables que pueden ser experimentados. Y, sin embargo la necesitamos para ser felices.
No todo el mundo tiene la capacidad de sentir culpa o remordimiento. Las cárceles, por ejemplo, están llenas de gente que jamás se arrepiente de nada. Y ya sabemos cuán difíciles son de enmendar los criminales y malhechores.
¿Son felices esas personas? Bueno parece que no mucho porque muchos quisieran poder escapar de esos centros penitenciarios. Y los que no, será porque la felicidad les es tan desconocida que no entienden la necesidad de vivir una vida normal en libertad.
Muchos psicópatas se caracterizan por jamás arrepentirse de nada. Y eso explica su típica conducta antisocial. Pueden hacer todo tipo de barbaridades sin el más mínimo asomo de culpa. Para ellos, los términos de culpa y vergüenza son solo palabras del diccionario. Pero la psicopatía es una enfermedad mental por lo que no debe extrañarnos que tales individuos sean incapaces de experimentar todo el espectro de afectos humanos.
La culpa aparece cuando alguien toma consciencia de un mal que haya hecho. En ese momento tiene el gran mérito de ayudar a que esa persona rectifique. Y, más importante aun, hace que se esfuerce por restañar los daños que haya provocado. También muchas veces la lleva a ofrecer disculpas lo cual está demostrado fortalece los vínculos humanos.
Si todas las personas fueran incapaces de sentir culpa la sociedad no funcionaría. Todos andarían por ahí haciendo y deshaciendo sin el menor remordimiento. No alcanzarían todos los agentes del orden para controlar la situación. Ellos serían a su vez corruptos sin sentir por ello ni el más leve signo de vergüenza. Sobra decir que los intereses de cada cual serían pisoteados inexorablemente por los demás. Y sobra decir también que nadie sería feliz en un mundo tan bárbaro.
El sentimiento de culpa da también una gran intuición social. Algunos tienen que esforzarse revisando manuales de educación formal para saber comportarse. Pero la persona capaz de sentir culpa no tiene que hacerlo. Por puro tacto comprende los principios generales del buen comportamiento social. Sabe perfectamente distinguir el bien del mal. Y por eso le es más sencillo adquirir un estilo de buen gusto.
Alguien que siente remordimiento es más de fiar que quien no. Es más difícil que una persona así traicione la confianza depositada en ella. Por eso tienden a ser fieles y responsables.
Cuando sentimos culpa por algo tenemos deseos de reflexionar sobre lo que hemos hecho mal. Tal interés nos da una buena oportunidad para no solo rectificar el error. Nos permite tener en el futuro una conducta sin errores similares. Porque gracias al desagradable sentimiento de culpa, no se nos olvida fácilmente la falla cometida. Es así como el remordimiento facilita el aprendizaje en base a la equivocación.
Y, por último, la culpa nos permite sentir orgullo y satisfacción precisamente cuando hacemos las cosas bien. Eso constituye un fuerte reforzamiento hacia las conductas que en nosotros son más adaptadas.
En resumen, la culpa, siempre que no sea injustificada o excesiva; es ventajosa y orientadora. Nos ayuda a ser más humanos. Nos ayuda a aprender y a tener una vida más cercana a la virtud. Nos hace más reflexivos y confiables. Y nos permite sentirnos agradablemente orgullosos cuando no tenemos porqué sentirla; es decir, cuando hemos obrado bien.
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