El error de la Terapia Racional-Emotiva
La psicoterapia racional emotiva es una te las tantas terapias. Como todas las demás persigue mejorar la calidad de vida de las personas. Tal vez aspira a terminar con las preocupaciones y sufrimientos de la gente.
Un presupuesto teórico sustenta su estructura fundamental. Parte de afirmar que nosotros, las personas, no somos afectadas por los hechos. Somos afectadas, dice, por la interpretación que hacemos de los hechos.
Por ejemplo, la pérdida de nuestros padres no nos afecta. Lo que nos afecta, afirma, es el cómo vemos la muerte. Lo mismo para la ruptura del matrimonio con la persona amada. Lo que nos hiere no es el divorcio, es lo que creemos acerca de él. Sin duda es un punto de vista interesante.
De todos modos, la terapia racional emotiva no ha podido cumplir tampoco sus promesas. No ha podido brindar el bienestar que dijo en un principio.
Parte esencial del tratamiento era convencer a las personas de que sufrían por tener ideas irracionales. Es decir, sus emociones estaban determinadas por sus ideas, sus pensamientos. Y estos estaban equivocados. Por lo tanto se abría un gran camino de recuperación con solo corregir unas cuantas ideas en las mentes de la gente.
Sin embargo; la psicoterapia racional-emotiva fracasa en general. La razón es que el presupuesto, la idea de la cual parte es un sofisma. Es decir, es una falsedad, una tergiversación del fenómeno. O para ser más justos, una gran exageración.
Porque es verdad que ocurre a veces que alguien sufre por un temor absurdo. La gente a veces se incomoda por algo que en definitiva no es cierto. Luego de que se le aclara, tal disgusto tiende a desaparecer. Pero en la mayoría de los casos el malestar de la gente no se debe a valoraciones equivocadas.
Afirmar que las emociones de la gente están determinadas por sus ideas es una gran exageración. Las ideas responden de alguna manera a los hechos. Y por eso los estados emocionales están determinados en primera instancia por la realidad que verdaderamente está afectando al individuo. No son meramente sus ideas. Tal apreciación es de un subjetivismo extremo.
Siendo consecuente con sus postulados, esta terapia solo se enfoca en cambiar las ideas de la gente. No dedica esfuerzo a cambiar, a mejorar la realidad que vive la persona. Esa que es en la práctica la que determina sus estados de inconformidad. La terapia se empecina en que la persona trabaje sobre el reflejo que tiene de su entorno. Y no lo exhorta a actuar sobre el entorno mismo. No lo llama a resolver los problemas reales que tiene en su vida.
Pero además, la terapia pretende olvidar un hecho más. No solo no se pregunta sobre la factibilidad de cambiar las ideas de alguien. Tampoco parece caer en cuenta de que muchas veces después de modificar el pensamiento de alguien sus estados negativos sobreviven. Es decir, desaparecen las ideas supuestamente generadoras de la ansiedad pero la angustia no desaparece.
Y es que estas personas están habituadas a sentirse ansiosas más allá de lo que crean. La ansiedad es independiente de sus ideas. Es más, casi independiente de los hechos que vive el individuo. Porque esos estados emocionales responden a un aprendizaje incorrecto. Factor ya señalado por otros tipos de terapias.
Por todo lo anterior, trata de tener ideas optimistas sobre tu realidad. Y antes de preocuparte por algo asegúrate de que realmente exista un motivo. Pero sobre todo, esfuérzate por cambiar y mejorar verdaderamente tu vida. Si algo está mal, reconoce que está mal y cámbialo. Y no meramente realices permutaciones en tu forma de pensar sobre los hechos.
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