¿Podemos decidir nuestros Pensamientos?
Hay pensamientos que son tormentosos. Se introducen en la mente y nos torturan. Luchamos entonces por expulsarlos, por ignorarlos, por darles de lado. Pero ellos siguen ahí, no se van. No son pocas las veces que, todo lo contrario, parecen cada vez más insistentes.
Esos pensamientos pueden provenir de recuerdos. Cosas de las cuales te arrepientes y que quedaron guardadas para siempre en tu pasado. Vuelven desde el pretérito para exigir una solución imposible pues ya está fuera de alcance.
Pero con bastante incidencia son preocupaciones. Amenazas reales o imaginarias que visualizamos en nuestra consciencia. Pensamos en cosas que nos parecen terribles y que pudieran haber ocurrido o estar a punto de acontecer.
Otras veces las incursiones en nuestro cerebro son de la caballería de la duda. Esos pensamientos cuestionan hasta lo más racional. De una manera casi loca pueden turbarnos u obligarnos a realizar comprobaciones innecesarias.
En fin, hay pensamientos o ideas malsanos que bien valdría someter. Pero ¿por qué no podemos lograr que salgan de nuestra cabeza? La razón está en la forma en que intentas hacerlo.
La mente humana funciona del siguiente modo. Primero se plantea un objetivo; luego realiza una acción para conseguirlo. Seguidamente trata de recordar cuál era el objetivo para comprobar si la acción emprendida logró alcanzarlo. Si se percata de que aún no lo logra, repite la acción.
Y es en ese funcionamiento mental donde se esconde la razón. Esa razón que hace imposible que olvides las ideas molestas. Veamos cómo ocurre.
Primero te planteas el objetivo de no pensar en la molesta idea; luego tratas de pensar en otra cosa para conseguirlo. Seguidamente tratas de recordar cuál objetivo te habías propuesto para comprobar si tuviste éxito. Y adivina qué, para eso tienes que volver a recordar precisamente la idea que tratas de olvidar. Al darte cuenta que no logras quitártela definitivamente de la mente, vuelves a intentarlo. Y así sucesivamente la idea rebota una y otra vez en tu cabeza.
Por esos motivos no es aconsejable que te esfuerces en borrar ideas. No es eso lo que tienes que hacer, deja a las ideas tranquilas. Tu pensamiento es y debe seguir siendo esencialmente libre. Si un recuerdo te atormenta reflexiona sobre las causas. Si algo pendiente te preocupa, ponle manos a la obra y no lo dejes para mañana. Si te arrepientes de algo pide perdón aunque sea a ti mismo.
Pero haz algo, busca una solución real y no arremetas contra tu propio pensamiento. Descansa y dedícate en lo posible a actividades que requieran bastante de tu atención. Es decir, dedícate a tareas saludables que te apasionen. Verás como así obtienes mejores resultados que luchando contra ti mismo.
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