Resurrección del hijo de la viuda de Naim
Evangelio Según San Lucas 7,11: Jesús se dirigió poco después a un pueblo llamado Naim y con Él iban sus discípulos y un pueblo numeroso. Pues bien, cuando llegó cerca de la puerta de la ciudad, llevaban a enterrar a un hijo único cuya madre era viuda. Una buena parte de la población seguía el funeral.
Al verla, el Señor se compadeció de ella y le dijo: “No llores”. Después se acercó hasta tocar la camilla. Los que la llevaban se detuvieron. Dijo Jesús entonces: “Joven, te lo mando: levántate”. Y el muerto se sentó y se puso a hablar. Y Jesús se lo devolvió a su Madre.
Reflexión Católica
El deseo de Dios es salvar al hombre tanto es así que envió a su único hijo nuestro Señor Jesucristo para que todo aquel que crea en Él tenga vida eterna, es decir Jesús representa la vida y el pecado representa la muerte, en este milagro que Jesús hace, vemos varias enseñanzas:
Los dos desfiles.- Jesús camina seguido con sus discípulos, mientras por el otro lado una muchedumbre forma cortejo al joven muerto. Los acompañantes de Jesús irradian gozo y paz. Los otros, en cambio, lloran y los agobia la desesperación. ¿De qué lado está usted? ¿De los que van con Jesús o los que van con el cadáver? ¿Usted camina con el dueño de la vida o va rumbo al cementerio?. Jesús resucita al hijo de la viuda en Naim para enseñarnos que él representa la vida.
En la vida existen 2 maneras de caminar: una, con Jesucristo; la otra detrás de un muerto: apegados al pasado, aferrados al rencor, atados a un vicio, a un pecado. ¿Vamos jubilosos en el desfile de Jesús que entra en la ciudad, o salimos apesadumbrados cargando la muerte sobre nuestros hombros?
La viuda.- La viuda es imagen de quién habiendo perdido a su esposo que la sostenía y amaba, se ve privada de su hijo, que significaba un alivio para su futuro. Ella es el símbolo de quienes consideran que su pasado ha siso un fracaso y el porvenir les cierra todas las puertas. Ella representa a quienes, tras una pérdida irreparable, se visten de lujo y pasan la vida en llanto, rumbo al cementerio.
Sin embargo, Jesús le sale al paso y le dice: “¡Alto! No lo has perdido todo. Todavía te quedo yo. Limpia las lágrimas de tus ojos para que puedas verme: aquí estoy contigo, Yo puedo no sólo revivir tus ilusiones, sino darte nueva vida”. Jesús resucita al hijo de la viuda para enseñarnos que en él hay consuelo y esperanza.
Ante quienes consideran que ya no tiene futuro, Jesucristo surge glorioso para obstruirles el camino al cementerio. A quienes han perdido todo lo terrenal y viven dolientes , Jesús se les presenta y los reanima diciendo: “Todavía te quedo yo”.
El joven muerto.- El evangelio destaca que era joven, para dar a entender que se trata de una muerte prematura. Por otro lado, era hijo único: representaba la única esperanza para su madre. Quien auguraba un porvenir luminoso para los demás, se había convertido en motivo de sufrimiento para ellos.
¡Cuántas veces nosotros, en vez de responder a las expectativas de los otros –esposos (as), padres, hijos, fieles, etc. Somos la causa por la que ellos sufran! ¡En vez de ser fuente de felicidad, encabezamos su desfile al cementerio!
Pero Jesús toca nuestro féretro y nos dice: “¡Detente! Todavía no es hora de que mueras. Deja de hacer sufrir a los que te aman. Despiértate del sueño de la droga o del alcohol. Sal del féretro de tu egoísmo. No es justo que seas causa de llanto y desesperación…”
Jesús nos llama hoy para que nos levantemos de las cenizas y llevemos felicidad a quienes nos brindan su amor. Jesús resucita al joven muerto para enseñarnos que él nos rescata del pecado que nos lleva a la muerte eterna.
Lo regresó a su madre.- Quien ha vuelto a la vida tiene que retornar a sus raíces y dar fruto donde ha nacido. Jesús enfatiza el nivel familiar para que se viva y se experimente el cambio.
Este versículo se puede aplicar a los esposos que cuando destacan en la vida y logran éxito económico, se van con otra mujer y dejan a la que los aguantó hambre y privaciones. Cuando Jesucristo levantó al joven, se lo entregó a la que lo había cuidado siempre. “Ahora que ya tienes un buen puesto, que los demás reconocen tus aptitudes, que ganas buen sueldo… compártelo con tu mujer, con tu primer amor”, es el consejo del Señor a tantos hombres. Jesús resucita al hijo de una viuda en Naim para enseñarnos que una vez que nos rescata nos devuelve a nuestro hogar, con nuestros seres queridos.
Victor Hugo Redrován
Predicador Católico
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