Se puede lograr la equidad y la igualdad en la sociedad
Un profesor de economía enseñó a sus alumnos una lección interesante. Los alumnos insistían en que era una buena idea que el gobierno controlara y dividiera la riqueza para que no hubiera ni pobres ni ricos, pensando que sería un gran igualador. El profesor sugirió un experimento en clase: todas las notas se promediarían y todos recibirán la misma nota. La clase aceptó. Después del primer examen, las calificaciones se promediaron y todo el mundo recibió un 5,0. Obviamente, los estudiantes que estudiaron duro estaban molestos, mientras que los que se habían preparado en menor medida se encontraban felices. Cuando se realizó la segunda prueba, los alumnos que habían estudiado poco decidieron estudiar aún menos. Los que habían hecho de manera dedicada antes, decidieron que ahora querían un viaje gratis, así que nadie estudió a conciencia. El promedio en la segunda prueba fue un 4,0; nadie estaba feliz. Cuando llegó el tercer examen, la nota promedio fue 3,0. Los resultados no aumentaron, pero las disputas y la culpa sí lo hicieron. El experimento dio lugar a resentimientos y dejó en claro que nadie estudiaría para el beneficio de nadie más que para sí mismo.
Lo que sucedió no es sorprendente. No estamos dispuestos a hacer nada a menos que nos beneficie personalmente. Esta es la naturaleza humana, somos egoístas. El experimento ilustra precisamente esta clase de egoísmo: somos simplemente incapaces de hacer algo para beneficiar a otros a menos que nos beneficie directamente a nosotros. Los experimentos gubernamentales basados en el mismo principio de equidad, como en el caso recién citado, también han fracasado. La equidad y la igualdad son una meta maravillosa, pero el egoísmo humano nunca lo permitirá.
Ahora que el problema ha sido diagnosticado, podemos buscar el remedio. Éste se encuentra en la naturaleza. Se trata de la ley de solidaridad y de colaboración entre diferentes partes para el beneficio del sistema completo. Por ejemplo, en el cuerpo animal y humano existen diferentes tipos de sistemas: respiratorio, reproductivo, nervioso, digestivo, etc.. Cada sistema está constituido por diferentes órganos que, a su vez, están compuestos por un conjunto de células. Sólo cuando todos los sistemas, los órganos y las células se coordinan y se organizan con una meta en común, el organismo existe en equilibrio. Otro ejemplo de solidaridad es la colaboración de diferentes individuos dentro de una colonia, bandada o manada, con el propósito de lograr la supervivencia de la especie. Esta colaboración es muy evidente desde los organismos relativamente simples, como las abejas y hormigas, hasta los organismos más complejos, como las aves y los mamíferos.
Es evidente que la solidaridad es un principio universal de la naturaleza. Sin embargo, ¿los seres humanos cumplen este principio? Sin duda alguna, el humano es la única especie egoísta y el único que se opone a la armonía de la naturaleza que es altruista. Constantemente, el hombre pone un “yo” en el centro del mundo, en vez de un “nosotros”. Por lo tanto, no podemos implementar el principio de equidad e igualdad en la sociedad sin corregir nuestro egoísmo. Probablemente el primer paso que se debe dar es reconocer que el egoísmo humano es un mal y a partir de este reconocimiento desear que sea corregido. Este deseo profundo de moverse en esta dirección restaurará entre nosotros una conexión mutua. Esta situación es semejante a un niño que desea ser adulto, debido a este deseo el niño crece, porque el deseo es el motor de todos los cambios.






































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