La santidad de un Cristiano es el deseo de Dios
Todos los hijos de Dios estamos llamados a ser santos, un premio nos espera, en 1ra. de Corimtios 9,24-25, nos habla de una carrera, en dicha carrera solo uno llega a la meta y obtiene la corona, nosotros estamos en esta carrera y nuestro premio es la corona incorruptible, es decir la vida eterna, una vida en completa plenitud con Dios.
Pero para alcanzar esta corona tenemos que superar las adversidades y dificulatades que conlleva toda carrera, un atleta tiene que hacer dieta, ejercicios, dormir bien, etc. de esta manera estará en perfectas condiciones para llegar en primer lugar, así mismo un cristiano debe ser santo, la santidad tiene que ver con ser separado de la corriente del mundo, el santo de hoy es aquel que en medio de personas que roban él no roba, en medio de adulteros él no es adultero, y así sucesivamente, un cristiano santo es una persona fiel a Dios, para empezar la carrera de la santidad es necesario llevar una vida espiritual, esto quiere decir una comunicación permanente con Dios, esta vida espiritual se refleja en fortaleza, sabiduría, obediciencia, madurez, sobre todo a la hora de superar las crisis que son propias de esta vida terrenal.
En el libro de Santiago 1, 12 dice "Dichoso el hombre que supera la prueba, porque, una vez superada, recibirá la corona de la vida que el señor prometió a los que lo aman".
Así caminaron los santos, y así lo hizo nuestra Madre del cielo. Esta es la autentica vida cristiana, que nada tiene que ver con el fatalismo ni con la fuga de la historia. Al contrario, es un estímulo al compromiso diario y concreto, contemplando a Cristo, Dios hecho hombre, que nos abre el camino al cielo.
El modelo de las Bienaventuranzas es la actitud básica del creyente: la apertura a Dios, la humildad del que sabe que de Él viene la salvación, la disponibilidad a la palabra hecha hombre, la pureza de corazón, la misericordia, los sentimientos de paz, el hambre de justicia y la entereza ante la persecución.
No sé si la santidad es la meta de muchos cristianos hoy. Lo que sí es cierto es que Dios nos quiere santos y que nos propone a ser santos como santo es el Padre celestial. La santidad no es algo del otro mundo ni algo que nos proponemos conseguir. Debo aclarar que la santidad no la podremos lograr en nuestras propias fuerzas, Dios nos hace santos en la medida que seamos dóciles a su voz, en la medida que nos aperturemos a su presencia con fidelidad y obediencia, es más bien algo que Dios nos propone y en lo que él se empeña con nosotros; es dejarle que de verdad sea nuestro Dios.
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