El caballo en su historia
Entre las razas más conocidas están el caminador peruano, el azteca mexicano, el paso fino puertorriqueño que también se cría en Colombia y Perú, el falabella, que es el caballo más pequeño del mundo, con menos de 7 manos de alzada, y por último, el criollo rioplatense, producto de una selección natural en la que sólo sobrevivieron los más fuertes para convertirse en los resistentes compañeros de los gauchos.
El caballo doméstico fue introducido en Babilonia hacia el año 2000 a.C., y en Egipto, los hicsos, que procedían del noreste de Siria, lo introdujeron 300 años más tarde. Estos caballos fueron los antecesores de la raza árabe de Oriente Próximo y del norte de África. Se cree que en Europa se domesticó también otra raza de caballos, pero era de constitución más robusta y de movimientos más lentos: se consideran los antepasados de los caballos de tiro modernos que fueron utilizados sobre todo en la agricultura. Por otro lado, algunos especialistas creen que una raza de las islas Británicas fue la que después dio lugar a diversas razas de ponis modernos.
En gran parte de Europa y hasta el siglo 17 el caballo se utilizó sobre todo como montura para campañas militares y como animal de carga. Al mismo tiempo, el mundo árabe había criado una raza de caballo más pequeño pero muy rápido, que luego sería introducido en España después de su conquista por los árabes en el siglo 8. Los caballos españoles adquirieron enorme fama debido tanto a su rapidez como a su resistencia, y ya en el siglo 12, se exportaron muchos a otros países de Europa. Es curioso, sin embargo, que la cría caballar no fuera sistemática hasta finales del siglo 17, cuando se llevaron machos árabes a Francia y a Inglaterra para cruzarlos con yeguas originarias de estos países.
Los conquistadores españoles introdujeron el primer caballo doméstico en América durante el siglo 16, que era de raza árabe. Se cree que tanto Hernán Cortés, como Hernando de Soto descubridor del río Mississippi, perdieron algunos de sus caballos durante sus expediciones; éstos podrían ser los progenitores primitivos de las manadas que hoy viven en el oeste de Norteamérica. Los colonizadores ingleses, sobre todo los que se establecieron en el estado de Virginia, también introdujeron caballos cuando llegaron al continente americano.
A lo largo de los últimos 300 años los criadores de caballos han llevado a cabo una labor de mejora de varias razas, así como el desarrollo de otras para que sirvieran a una finalidad determinada. El resultado de todo ello ha sido la aparición de nuevas razas como el caballo de monta, apto para la carrera; el caballo de caza, utilizado por su resistencia; el caballo de tiro, apropiado para soportar pesos grandes, y determinados ponis, que se emplean en el juego del polo por su facilidad de adiestramiento y su rapidez.

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