Facultad de Medicina de Trujillo Perú
En el amanecer de un día, ya lejano, desayunábamos en un rancho de Payan un grupo de jóvenes secundarios provenientes de Chulucanas, que animados por la gran ilusión de conocer la Facultad de Medicina de Trujillo, nos habíamos trepado en un camión repleto de mangos y limones, Marcelino -el chofer- siguió su ruta, un rato más tarde estacionaba su inmenso camión en un gran parque, ¡Bajen!-nos dijo-, ¡Han llegado a su destino!, nuestras juveniles pupilas se inyectaron de emoción, comenzamos a contemplar absortos el edificio de la Facultad, largo (una cuadra diría), de dos pisos, pintada sobriamente con un color verde claro, con amplias ventanas, marcos de madera y grandes vidrios protegidos por persianas, con un bien cuidado jardín exterior y rodeada en su frontis con rejas negras y muro de ladrillos el resto de su campus, ya nos veíamos estudiando en su interior. ¡Ahí llegan! -nos despertó Marcelino- eran los estudiantes de medicina, pulcramente vestidos, debidamente aseados, algunos con gafas claras, su planchadito mandil blanco colgado del antebrazo izquierdo y no sé cuantos librazos en el derecho, llegaban presurosos, algunos en carro, muchos a pie; eran altos también habían bajos, eran blancos, también habían morenos, algunos "pitucos" también habían cholos (felizmente -pensé-), ¡Son cráneos! -repetía Marcial- ¡Ahí estudian cráneos!, con ansias buscábamos a los chulucanenses que ya estudiaban y que en nuestro pueblo se les consideraba ejemplo a seguir buscábamos a Luis Távara Orozco, Nizama Nima, Armando Nevado, Sernaque, a Beto Liu. Unos amigos nos contaron que era una de las mejores de Latinoamérica, que en su interior los pisos brillaban, sus paredes eran limpias, sus baños aseados, y con grandes espejos, que había un comedor sólo para estudiantes médicos-cerrábamos la boca de vez en cuando para pasar saliva había piscina (yo maldecía no saber nadar), que a cada alumno le daban un armario metálico, que había un anfiteatro repleto de cadáveres (felizmente que yo no era miedoso), laboratorios y gabinetes sofisticados, que había una biblioteca llena de libros y revistas en varios idiomas, cancha de fulbito, básquet y un casino médico donde se organizaban bailes, sobre todo, en Primavera y Año Nuevo (yo apenas bailaba "La piragua"). Nada fue igual a partir de entonces, el 53 año de media lo hicimos tan motivados que nos fue fácil ingresar a la UNT en 1972 a estudios generales (un experimento que le salió por la culata al gobierno militar de entonces), después de algunos agitados años, llegamos como alumnos a la Facultad; años complicados de dictadura, de recorte de rentas, agitación política, huelgas interminables, la crisis mermó el prestigio y prestancia de nuestra facultad, los gabinetes, laboratorios y biblioteca se hicieron obsoletos, las paredes se convirtieron en inmensas pizarras y murales políticos, la infraestructura se resquebrajó. Años más tarde, acabé como activista de un vigoroso movimiento estudiantil que puso de pie a miles de estudiantes a nivel nacional (ya lo había dicho Churchill "Quien a los 20 años no es revolucionario no tiene corazón; quien a los 40 años es revolucionario-no tiene cabeza" -esto discutible por cierto-), este movimiento de toda una década comprometió a docentes y no docentes y logró restituir la dignidad a la universidad peruana, nuestra facultad comenzó a recuperar su prestigio y prestancia; nuevos edificios se construyeron en su campus, amplios gabinetes, anfiteatros y laboratorios mejor equipados, una nueva espaciosa biblioteca/hemeroteca con renovación de suscripciones, una reestructuración curricular con claro predominio de la formación humanista, anti cientificista, se organizaron Congresos y cursos nacionales, se auspiciaron otros internacionales, se amplió las fronteras académicas al IPSS (antes había docencia sólo en Regional y Belén) las propinas de internos y residentes fueron sustituidas por sueldos dignos, reverdecieron las artes (club de danza, canto, tuna médica, cine, karate, etc., etc...) Los años corrieron de prisa, una mañana caminaba con mi planchadito mandil blanco bajo el antebrazo izquierdo y no sé cuantos librazos en el derecho, de repente unos jovencitos (cajamarquinos quizás) apostados en el parque contemplaban absortos el frontis de la facultad (Buscaban tal vez a Jorge Ruiz, Roly Rebaza, Paquito Ruiz o Urteaga Pasache), me miraron, les miré; sonreí, sonrieron; un torbellino de recuerdos me inundó, en sus aulas aprendimos a disecar cadáveres, a reconocer músculos, huesos y no se cuantos hiatos, viajamos al mundo invisible de bacterias, virus, hongos y parásitos, nos sumergieron por el citoplasma y sus artefactos hasta los centriolos, revivimos célula a célula, tejido a tejido la formación del ser humano; escarpamos por los insondables vericuetos de la Neuroanatomía, aprendimos a conocer y experimentar los complicados procesos fisiológicos y bioquímicos que sustentan nuestro existir, nos embriagamos en la extensa farmacología, aprendimos a escuchar excepcionales clases magistrales, aprendimos a querer a nuestros profesores, a temblar de miedo en los exámenes a gritar alborozados con las notas, aprendimos a llorar nuestros muertos (Ruiz Alva, Guanilo Che, Tapia Tocto, Custodio, etc.) aprendimos a ver como algunos ya no seguían con nosotros (Salazar Orzi, Pinillos, Sachum, Peñaranda, Jorge Bracamonte-hubieran sido buenos médicos). Hoy volvemos a ti un poco maduros ya (calvos, canosos, "barrigones- unos más que otros-) a celebrar,' tu efemérides fecha en donde las emociones fracturan las palabras, donde la tristeza y la alegría pierden sus fronteras, regresamos a tu regazo a reencontramos con los docentes de ayer y los jóvenes del mañana (cuenta la historia que un decano de Medicina mostraba a una Junta evaluadora, sus gabinetes,' laboratorios, bibliotecas, etc. luego los invitó a su oficina para mostrarles el mejor tesoro de la Facultad acudieron intrigados- ya en su despacho les mostró la nómina de sus docentes ¡Este es nuestro mejor, tesoro! -Les dijo-). Hoy volvemos a ti a dar cuenta de nuestros actos a decirte que estamos cumpliendo con la sociedad, que no pasamos en vano por tus entrañas, que no nos ganaron las horas de la vida, a decirte como reza el refrán que péndula en las agujas de la Universidad de Oxford "Las horas pasan: Damos cuenta de esas, horas" ¡Feliz cumpleaños Facultad de Medicina de Trujillo!
Miguel Palacios Celi
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