La maté porque era mía
Sería estúpido empezar este escrito diciendo “con los tiempos que corren” para decir que es insólito que existan motivos o atenuantes para matar a alguien. Digo estúpido porque no importa en la fecha que nos encontremos para calificar como aberración el hecho de matar a una persona “por honor”. Todos entendemos que pueden existir ciertas razones como la defensa propia o actuar bajo un miedo insuperable, supuestos que recogen casi todos los códigos penales, pero lo que parece del todo errático es justificar en parte un homicidio por una supuesta vulneración del ego.
Puede pensarse que esta conducta se da en países de la amazonia o el corazón de África donde las antiguas sociedades tribales siguen dando un peso importante a los valores por encima de las personas. Sin embargo sorprende más saber que esto sucede en un país de más de 100 millones de habitantes y que se sitúa en el hemisferio norte, junto al país cuna de las libertades.
Me estoy refiriendo a Méjico. Según un artículo de elpais.com seis Estados de la República Mexicana mantienen vigente en sus códigos penales el homicidio por “razón de honor”, una tipificación del delito que contempla una rebaja de la pena para el responsable del asesinato, cuando el hombre “sorprendiendo a su cónyuge, en un acto carnal o próximo a su consumación, la mate”. La condena aplicada en estos casos acaba siendo muy baja, aunque varía dependiendo de la legislación de cada territorio.
Además, de todos los expedientes por homicidio sobre mujeres, únicamente hay sentencia en el 1%”. Esto sucede en un país donde el 42,5% de las mujeres mayores de 15 años cree que debe obedecer al cónyuge, según un estudio realizado por la ONU.
Por tanto la figura de la mujer no queda muy lejos del de una mascota o un objeto del que uno puede servirse cuando quiera y el cual debe total lealtad. En caso de verse traicionado siempre es posible acabar con la vida de la persona “amada” como si de despedir a un trabajador se tratara.
Inevitablemente justificar legalmente estos comportamientos supone una aceptación implícita de la desigualdad entre hombre-mujer. Un ejemplar homo sapiens de este calibre no tiene dignidad alguna por lo que tratar de usar el argumento de la vulneración del honor es completamente ilógico, primitivo y estúpido.






































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