Llega el tapón de rosca al mundo del vino
Entre la cantidad de bodegas que habitualmente visito por cuestiones de trabajo, el interior de alguna de ellas guarda evidentes sorpresas.
Alguna construcción de piedra de hace siglos, colecciones entorno al mundo del vino, en ocasiones tesoros de impredecible valor y en otras de impredecible curiosidad.
También cosecho alguna indiferencia inspirada por la maquinización mental del propio bodeguero que ha sustitído el cariño hacia el producto por la sistemización del proceso.
Y como no, también recojo alguna que otra decepción.
La última, la semana pasada, cuando visitaba una bodega ubicada en Rioja Alavesa dominada por la pasión a una tierra privilegiada.
La decepción no llegó de la arquitectura propia del edificio.
Tampoco porque hubieran abandonado el cariño hacia el vino.
La decepción llegó en forma de tapón, de tapón de rosca.
Pregunté por ello y la explicación procede de la Vieja Europa.
Parace ser, como así me comentó la directora comercial de la bodega, que la hostelería europea está pidiendo botellas de vino con tapón de rosca por una cuestión de practicidad, de comodidad, no de estética.
En mi escaso bagaje como aficionado y consumidor de vino, había configurado un conjunto estético entorno al mundo enológico.
Una estética que abarca cuestiones como el diseño de la etiqueta, el primer impacto antes de probar un vino.
Pero también por todo aquello que rodea a los caldos, y no me refiero a cuestiones de inversión económica en un edificio más o menos bonito, ni siquiera a la historia de la bodega.
Me refiero a un conjunto estético que arranca incluso con las palabras del bodeguero, a la pasión que se le ofrece al producto, a la forma de coger la botella, y también al corcho.
Existen auténticos artistas en el arte de descorchar una botella de vino, algo que en la hostelería europea parece que va camino de perderse con el tapón de rosca.
Según los datos que he podido recoger, en la Denominación de Origen Rioja hay cuatro bodegas que han implantado ya maquinaria para la rosca y en Navarra, al menos, otra.
Lo que más me preocupa es si esta tendencia se implantará en Europa o caerá enrroscada en su propio peso.






































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