Satanás y su influencia en los conflictos bélicos
La tierra fue creada como un jardín de delicias donde nacería el Hijo de Dios. Sin embargo, este lugar de delicias ha sido profanado, y se ha convertido en un lugar de perdición. El hombre ha olvidado la Ley divina, no se respeta a sí mismo ni respeta a los de su especie.
El hombre se ha dejado llevar por sus bajos instintos y se ha convertido en un lobo para e hombre; por ello, unos a otros se echan la red como lobos que desean devorarse.
Muchos países están en guerra, y los hombres se matan sin piedad unos a otros.
¿Es acaso posible que pueda existir paz y armonía entre el bien y el mal? ¿Cómo puede haber paz en un corazón alejado de Dios? ¿Cómo puede haber paz cuando los hombres son incrédulos y odian lo sagrado? No pueden tener verdadera paz los hombres que hacen la guerra a Dios.
Desde el principio de los tiempos, hay lucha entre el bien y el mal; y esta lucha no cesa. El Señor siendo el príncipe de la paz no ha venido a poner paz sino guerra. Ha venido a separar al hijo de su madre, y a la hija de su madre, y a la nuera de su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su propia casa.
Hay algunas faltas que son propias de la flaqueza humana, son defectos que el hombre lleva tras de sí mientras vive en la tierra.
Pero hay otros pecados graves que van en contra de Dios y de su ley, pecados que ofenden al Señor y degradan al hombre. Estos son los que roban la paz interior y hacen que el hombre se rebele contra el propio hombre, y provoque muerte y destrucción.
No puede reinar la paz estable en el mundo, porque los hombres han sacado a Dios de las naciones y de los pueblos, de las familias y de los corazones.
No puede haber paz en un corazón apartado de Dios. No puede haber paz donde hay envidias. rencillas, odio y rencor. No puede haber paz cuando el sabio se burla del ignorante si el poderoso desprecia al humilde, si el rico oprime al pobre y si el impío persigue al justo.
No es posible la paz si los hombres no respetan la vida de los no nacidos: si sigue habiendo tanta sangre inocente.
La paz es un don divino; pero cuando el hombre vive de espaldas a dios, la paz huye de él.
El hombre de fe aunque sienta apreturas en su corazón sufrirá con paz. Aunque vea que las naciones se levantan unas contra otras; en medio de la guerra, el hombre pacífico encontrará la paz. La paz es fruto del amor, y el amor diviniza al hombre que vive en Dios y para Dios.






































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