Una fecha inolvidable
Hay fechas importantes a lo largo de todo el año en el calendario mediante el cual se rigen nuestros días meses y años. Son días que nos acercan a nuestro pasado, nos recuerdan de dónde venimos, nos dan luces para saber hacia dónde vamos y nos permiten reencontrarnos con nosotros mismos y con nuestra identidad como personas y como colectivo social.
El 20 de julio es posiblemente la fecha que más nos hace sentir el orgullo de nuestra nacionalidad como colombianos y nuestro sentido de pertenencia a una patria que a través de sus años de historia ha debido ganarse todo a puro pulso, con sufrimiento, dolor, lágrimas y esfuerzo y que todos los días inicia con la esperanza de que en alguna parte de nuestro porvenir encontraremos la paz y el bienestar que tanto hemos añorado.
La Independencia Nacional fue una lucha que nació en el corazón del puro pueblo que un día se cansó de sufrir el yugo extranjero y de soportar las injusticias de un sistema que discriminaba a los más débiles, a los de piel oscura o cobriza, a quienes carecían de los medios de producción y a quienes no llevaban la sangre del rancio abolengo invasor. Ese pueblo tuvo luego líderes luchadores que convirtieron la inconformidad en el primer elemento de unidad que tuvo nuestro país. Y esos líderes, políticos, militares y académicos nos llevaron a convertirnos en un país soberano con derecho a escoger libremente a quienes habrían de dirigirlo.
Como guajiros debemos celebrar que en esa lucha, cuyo detonante se produjo en la andina Santa Fe de Bogotá, y en la que más adelante estaría presente uno de nuestros más destacados coterráneos: el gran almirante de la libertad José Prudencio Padilla.
El presente es una buena época para reflexionar por las luchas que aún tenemos que librar para que podamos disfrutar de la libertad que tanto le costó a nuestros antepasados: lucha contra la pobreza, contra el analfabetismo, contra la desnutrición, contra la ignorancia y contra el odio.
Cada día de nuestra historia debe ser un día de compromiso con los valores que nos llevarán a construir un país que sea libre no solo del yugo extranjero sino de las cadenas que tratan de alejarnos del horizonte limpio, despejado y feliz que merecemos para nosotros y que hemos de heredarle a las futuras generaciones.
Es necesario invitar al pueblo colombiano para continuar adelante en la construcción de un país llamado a ser grande entre los grandes. Un país en el que el bien germine cada día en nuestros campos y ciudades y la sonrisa de nuestros niños sea verdaderamente inmarcesible como debe serlo la flor vigorosa y lozana que, entre surcos de amabilidad, crece en los jardines de la libertad.
Dios bendiga a Colombia y a cada uno de sus ciudadanos. Y Dios nos permita ver siempre ondear nuestra bandera en lo más alto del mundo en lo más alto de la libertad y en lo más alto de la felicidad de sus ciudadanos y ciudadanas.

Lo bueno que vaya a hacer hoy, hágalo bien, por usted, por su familia y por su país. ¿Ya leíste Maicao al Día?





































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