Recuerdo que una de las preguntas más absurdas que me hacían mis amigas cuando era niña era la clásica de “¿cuál de los cinco sentidos te gusta más?”. No es que yo fuera una niña precoz, ni nada por el estilo, pero ya desde mis tiernos ocho años sabía perfectamente que aquello no tenía ni pies ni cabeza. ¿Cómo que qué sentido prefiero más? Con la vista, puedes verlo todo, disfrutar del cine y de cada color; con el olfato, puedes embriagarte con un perfume; con el gusto, tienes la posibilidad de paladear exquisiteces culinarias; con el tacto, un masaje puede ser muy relajante; y con el oído... ¡ay!, con el oído puedes conocer la única magia que existe de verdad: la música.
¿Cómo elegir? Mi lógica infantil me decía que eso era imposible. Sin embargo, ahora que ya soy más o menos mayor y empiezo a experimentar prematuros problemas de sordera, le diría a mis amigas del pasado que, sin duda, me quedaría con el oído. Afortunadamente, no hace falta pedirle ese deseo a ningún genio, sino que basta con tener dinero e investigar sobre el precio de los audífonos. Qué maravilla de aparato; yo conseguí el mío hará una semana y aún no me puedo creer que pueda poner mis canciones favoritas mientras hago las tareas del hogar sin que ello suponga ningún problema.
Hay todo tipo de audífonos, para cada tipo de persona y, cómo no, para todos los gustos: digitales externos, recargables... Los precios dependen del modelo, pero les puedo asegurar que se pueden conseguir muchos de fiabilidad garantizada entre cincuenta y cien euros. No tenga ningún miedo en preguntar: los audífonos son las gafas del oído, y si tiene algún problema de audición le recomiendo verlo así, y no como una desventaja. Más bien, es un milagro; lo digo por propia experiencia.