Entre el desencanto y la tristeza
No pretendo yo ser ni políticamente correcto ni mucho menos molestar a nadie, pero creo necesario que los ciudadanos mostrémos la preocupación que nos atenaza viendo la sucesión de hechos y episodios truculentos en la que nos está sometiendo quien dirije los destinos de España. Repito que no pretendo mostrar ideología alguna en mis palabras, "que podría hacerlo, faltaría mas", pero no nos interesa ahora. Desde la humildad de este escrito quiero compartir unas reflexiones que estoy seguro forman parte del sentimiento general, o al menos anidan en las personas de buena fé.
Tengo 41 años, soy digamos la primera generación que no vivió la época de Franco en primera persona pero si que llevo desde que tengo uso de razón, asimilando las nuevas instituciones surgidas de la transición: la nueva organización del estado, las autonomías, el florecimiento de la democracia y su torpe desarrollo, la monarquía, o las piedras en el camino en forma de golpe de estado. He observado como todas ellas estaban rodeadas de un aura de solemnidad y respeto que me parecían atributos naturales y absolutamente razonables. No tengo constancia de que se puesieran en cuestión sus valores, lo oportuno de su existencia o de las personas que las representaban. Podríamos decir que, o al menos eso creo, vivíamos en un "mundo feliz". No puedo decir que a pesar de mi juventud, no haya tenido la inquietud incluso de niño por saber qué pasaba a mi alrededor, entender por qué un señor andaluz quería ubicar a España en la Otan o trabajar por su integración en la CEE. Podría incluso apuntar mas atras y poner de manifiesto que nunca entendí la marcha del primer presidente de la democracia, o que el 23-F me pareció casi "divertido" por ver los tanques en las calles y al rey muy solemne ejerciendo de tal. Ciertamente era muy joven pero extráñamente entendía la dimensión de aquella situación, e incluso debo decir que en el fondo tenía la confianza de que aquel señor con mirada firme pero con semblante tenso nos sacaría del atolladero.
Esta claro que me puedo considerar una persona vinculada al presente y a la historia reciente de su país. Quiero a España y la siento muy fuerte porque no hay sentimiento mas noble y reconfortante que ser o formar parte de algo que te vincula a una historia, a unas tradiciones y a unos valores. No es una visión romántica ni nostálgica, forma parte del sentir general que podemos observar en los países mas poderosos del mundo, en aquellos en los que el sentimiento patrio y de unidad no tiene fisuras. Aquellos que evocan a colocar la mano en el corazón cuando escuchas el himno, los que tienen una bandera común que jamás se cuestiona, aquellos que se sienten orgullosos de sus instituciones. De ahí deberíamos beber nosotros por historia y por tradición. Sólamente apuntaré otra reflexión, " que al final me disperso"...y es el hecho de que si estamos conformados por diferenes sentimientos, tradiciones, ideosincrásias, lenguas, aspiraciones, ilusiones...pues yo creo honéstamente que la suma de todas sí que prodúcen un extraordinario país.
Bien, sin perder el hilo del comienzo, se puede comprobar que me considero un ciudadano unido a la historia de su país, he crecido en democrácia y no conozco otra cosa. Pues ahora resulta que esos mitos en forma de insitutuciones y personas están cayendo sin solución de continuidad, ante la mirada atónita de muchos, la alegría de otros y la sorpresa de la mayoría. Ver a una infanta de España imputada en un caso tan triste no me parece lo mas higiénico para la imágen de nuestros representantes no solo fuera, sino aquí en nuestro país. Me parece aborrecible que personas con una inmensa responsabilidad institucional, que representan a una institución se tiene que caracterizas entre otras cosas, por una absoluta ejemplaridad en el desempeño de sus funciones. Es increíble llegar hasta esta situación porque, lo digo absolútamente convencido, si al alguien de mi edad o incluso mas jóven le dicen hace 20 años que la monarquía nacional iba a tener que vivir estos episodios nunca lo hubiéran creído.
No hace tanto tiempo que cuando la televión terminaba por la noche, a esas horas en las que acabábamos durmiéndonos en el regazo de nuestro padre, escuchábamos el himno nacional con la figura del rey y la bandera. No hace tanto tiempo que la prensa jamás osaba airear o cuestionar la vida de la familia real. Ahora sus actos desgraciadamente han dado argumentos y munición para que se desáten todas las tempestades, otorgando la "autoridad moral" a cualquiera para despellejar la institución.
La clase política que aunque nos tenía terríblemente acostumbrados a frecuentar los juzgados, iguálmente ha roto tópicos y tabúes, se apuntan al carro y salen a la palestra todo tipo de inmudicias sin repercusión condenatoria la mayoría de veces. Jamás diré yo que todos los políticos son iguales por que no lo son, aunque eso sí, ese halo de corporativismo les esta haciendo mucho daño. Están consiguiendo asentar en el ideario colectivo de la ciudadanía, que la función pública es inherente al mangoneo, o a la colocación de acólitos y familiares para perpetuar la espécie. Ese desapego de la ciudadanía y quien los dirige hace un daño terrible no solo en las intituciones, también los ciudadanos sufrimos el desencanto de no ver salidas a una crisis como la que padecemos. Es el momento de configurar nuestro modelo de país y crear los vínculos necesarios para establecer el tan ansiado y necesario proyecto de futuro. Gracias

A ver si conseguimos mejorar http://bit.ly/1awtJnn





































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