El machismo como ideología de vida
México es conocido alrededor del mundo -de manera positiva-, por su hermosa cultura, variedad de colores, sabores, destinos turísticos, su música, y claro, el tequila. Sin embargo, y desgraciadamente, también es sumamente conocido -de manera negativa- por la inseguridad, el narcotráfico, y el machismo. En la sociedad mexicana, incluso hoy en día que vivimos en un mundo globalizado, donde las mujeres -supuestamente- cuentan con igualdad de derechos y oportunidades, el hombre es considerado, en la mayoría de los casos, superior a la mujer.
El machismo en méxico está presente en todas partes: en películas, familias, ámbitos laborales, transporte público, relaciones, etc. Este no sólo es tolerado, sino que incluso llega a ser celebrado, ya sea por otros hombres o por la comunidad en sí que no conoce otra forma de vivir (Villegas, 2017). No sólo es motivo de desigualdad, ya que también llega a ser la razón detrás del acoso, maltrato, desprecio e incluso asesinato de una mujer -conocidos como feminicidios por ser orquestrados en contra de la mujer “solo por ser mujer”-. Pero no sólo es eso, sino que el machismo es también la principal razón que priva a las mujeres de estudiar, trabajar, tener un salario justo e igualitario -no ganar menos en un puesto que un hombre-, etc.
En México tenemos la idea de que esto casi no pasa, o que sucede especialmente en comunidades humildes o con pocos recursos, pero no es así, el sistema sigue siendo el mismo en todo el país, el machismo está presente en las familias más adineradas, así como en las más necesitadas. Los hombres tienen todos los privilegios de salir, estudiar, trabajar, y ser la cabeza del hogar, mientras que la mujer debe estar ahí para servirle. Las mujeres, muy comúnmente se enfrentan al siguiente pensamiento: “Porque soy mujer… no puedo estudiar, debo de estar en la cocina y hacer el aseo del hogar, debo servir a mi marido, no puedo trabajar ni dedicarme a lo que yo quiera porque debo hacerme cargo de los niños, porque soy mujer debo querer tener niños, gano menos en mi trabajo que los hombres que ocupan el mismo puesto, no puedo salir hasta tarde con mis amigos pero mis hermanos sí, no puedo usar la ropa que quiera para salir a la calle porque si me agreden probablemente yo tenga la culpa por lo que estaba usando…” entre muchas otras más. Es una realidad que no es aceptable, o al menos no debería serlo.
La mayor consecuencia del machismo es la constante violencia contra la mujer que este conlleva, no sólo física, sino también sexual, emocional, económica o por medio de discriminación. Desgraciadamente, esta violencia es principalmente encontrada en las relaciones de pareja. Una investigación del INEGI ha revelado que 4.3.9% de las mujeres han sido agredidas por su pareja en algún momento de la relación. En segunda instancia, la violencia es encontrada en las calles, dónde 38.7% de las mujeres han sido víctimas de actos de violencia, especialmente de manera sexual. Estos actos continúan teniendo cabida en la vida de los mexicanos, ya sea debido a que no estamos informados sobre ello o porque nos ciega la cultura machista, y por lo tanto permitimos que los patrones se repitan (El Universal, 2017).
Los mexicanos se han visto forzados a lidiar con el tema del machismo debido a los movimientos realizados por los derechos de la mujer, enfrentando el daño causado por este fenómeno. Para erradicar las consecuencias del machismo que son toda la violencia y las repercusiones que esta genera en la sociedad, debe erradicarse el machismo como tal, es decir, atacar el problema “desde raíz”. Es por esta razón que han surgido grupos como Gendes, que buscan educar a los hombres para desaprender el machismo por medio de campañas de concientización, así como la realización de terapia y reuniones en las que se busca cuestionar las creencias que propagan el machismo. Debido a todos los cambios a los que se han enfrentado las mujeres con el paso de los años, y su activa participación en distintos ámbitos, los roles de género han ido cambiando, por lo que los hombres no han sabido encontrar nuevas maneras de relacionarse con ellas, lo cual los lleva a ser violentos (Villegas, 2017).
Los grupos feministas han hecho una gran labor con manifestaciones y propaganda, intentando crear conciencia en la sociedad para que más mujeres se sumen al movimiento. Pero sobretodo, quienes deberían de informarse sobre el tema y tomar cartas en el asunto para generar un cambio, son los hombres. Resulta bastante cómodo ser hombre en una sociedad en la que se tiene un poder absoluto, pero en realidad esto es motivo no sólo de una enorme injusticia, sino de mucho dolor para las mujeres, y no debería funcionar de esa manera. Cuando los hombres se dan cuenta de que vale más dejar de lado ese “beneficio” para actuar de manera justa y dar un buen trato a las mujeres, es cuando el cambio en la estructura comienza. Ese es el cambio que deberíamos buscar todos.

Paulina Esquivel Orozco





































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