La Quimera
Cobrando los despojos del sueño
y punteando los interrogantes
me sigo preguntando entre quimera y amargura
Quién tiene fuera del radar del extrarradio
El deseo de mi sueño
De dejar de ser Frankenstein
Y ser tu bestia encarnada en una suerte de perro ciego
Ladrando a los que me hacen daño
Y me ladro volcando en la jauría de miedos
Un volcán de integrismo veneno
Si no son mil
será una
las noches
La noche
que no duermo sin pensar en huir de mí
buscando en el cartón del vino
una excusa para renacer
entre la velocidad del caballo
y la nieve derretida
una excusa para no volver
a ser yo
sin pensar en ti
(En una realidad alterna. Distinta. En forma de oruga. Un capullo de azar bellísimo. Arrodillado. Ahora abrazado a sí con la carne del corazón en forma de estoque. Llora un heredero de la vieja Austria. Un zodiaco en chino. Un cerro de sueños acabados. Un desgraciado. Un cerdo en San Martín. Un escalón que no sube, sino que baja. Un paladar en llamas. Un guerrero sin batalla, ni guerra. Un Centinomio1 revolcándose en sangre y cicatrices, de un pasado presente. Vidente avisa de un futuro similar. Un poema, y un suicida en acto, escribiendo sus anuales comerciales.)
Y ahora que todo parece cristal en un abanico
una cerradura ardiendo entre la duda y la depresión
ya no hay paso para un fantasma en un correcaminos
directo a la muerte
Estoy yo
Un punto entre dos puntos suspensivos
esperando al desenlace
de la boca de miel
de los calmantes de oro
de la puñalada dolorosa
entre mi espalda de mandalas
y mi pecho acorazado de sensibilísima piel
de un poeta borracho
que espera más pronto que tarde
la vieja amiga de la inspiración
el tiralenguas de los existencialistas
mi vieja amada
Che
la rayuela de Cortazar
La nunca nombrada en los poemas de amor
La salvación de un pobre condenado
a morir sin descendencia
ni vestigios de un navegante
con la santísima vergüenza
pertenencia
y seguridad
de morir con miedo
al miedo de morir
sin ganas de morir
queriendo matarme
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