No soy pesimista, soy realista!
Lo han acusado alguna vez de ser pesimista? Cuántas veces en su vida se ha dicho que es una persona ‘realista’ o cuántas veces se lo ha sugerido a otra persona?
Si es usted una persona que no le gusta vivir de falsas esperanzas, sueños imposibles, castillos de arena, pajaritos en el aire o como sea que quiera llamarlo, entonces puede ser que esta forma de pensar le esté ocasionando pérdidas que lamentablemente no alcanza a ver.
Pero veamos, es que pesimismo = realismo?. Según el diccionario de la Real Académia de la Lengua Española, pesimismo es la propensión a ver y juzgar las cosas en su aspecto más desfavorable, mientras que realismo es la forma de presentar las cosas tal como son, sin suavizarlas ni exagerarlas.
Como ha podido ver ambos conceptos muestran grados distintos de visualización de una realidad, sin embargo muchas personas tienden a hacerlas iguales a su conveniencia. Por qué? Como autoprotección. Sencillamente usted no está preparado para enfrentar negativas, contratiempos, críticas, ni malas caras; entonces crea su escudo virtual rehuyendo la oportunidad para evitar el golpe. Ello resulta en una conducta conflictiva ya que el pesimista tiende a tomarse las cosas muy personalmente y a encontrarle el lado negativo a todo (inclusive en momentos de gozo o celebración).
Los pesimistas son fácilmente identificables, ya que en el transcurso del día la palabra que habrán utilizado con más frecuencia es ‘no’ (y en este momento lo reto a que cuente cuantas veces lo repite en un día). Su tendencia los lleva a utilizar de manera irresponsable una de las dos palabras más fuertes y sugestivas de cualquier idioma (la otra es ‘si’), pudiendo traer abajo sus propias esperanzas y la de las personas que lo rodean. Son asesinos naturales de sueños.
Así pues muchos arribantes a Canadá ya saben de antemano que ellos no lograrán nada para si mismos y dicen : ‘son mis hijos los que gozarán de las oportunidades aquí, yo NO’ o ‘yo NO seré millonario’. Yo encuentro esta actitud egoísta de parte de ellos, ya que limitando sus posibilidades rehuyen la responsabilidad para con su familia, especialmente para con sus hijos. Posponen, o mejor dicho, heredan a sus hijos la responsabilidad de ser prósperos.
Por qué no ser capaces de dejar a nuestros hijos activos como propiedades, empresas u otras inversiones que les representen ingresos para vivir bien y no únicamente una instrucción que talvés sólo les sirva para ‘sobrevivir’? Y en el camino, por qué no enseñarles a hacer lo mismo para sus nietos?
Deje de lado esa actitud pesimista, no se oculte queriendo ser uno más so pretexto de ser una persona normal o promedio, no sea mediocre. Revélese y aventurese a ser optimista, a encontrar lo bueno incluso aunque algo malo le suceda. Así se dará cuenta que un problema es realmente una oportunidad, y las oportunidades rara vez tocan la puerta dos veces.
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Walter Hernandez Aguado
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