Nando Iguarán, un hombre que le sirvió a La Guajira
Por: Alejandro Rutto Martínez* El viaje lo haremos todos tarde o temprano pero “Nando” Iguarán se nos adelantó. El 30 de agosto su corazón latió por última vez y el 31 todos sus amigos y familiares le rindieron un sentido homenaje en el Concejo Municipal de Maicao antes de llevarlo hasta su última morada. Para quienes terminamos la secundaria en la década de los ochenta Hernando Iguarán Romero se convirtió en un verdadero personaje. Primero nos hizo un permanente acompañamiento en la lucha para construir una nueva sede del colegio San José de Maicao. Los estudiante éramos muchos y las aulas muy pocas. Por eso era inaplazable el tema de unas instalaciones nuevas y más amplias.
Pero el asunto se aplazaba una y otra vez. El tema solo les interesaba a los gobernadores y alcaldes en el momento de la posesión. Siempre organizaban la “postura de la primera piedra” y nos llevaban a todos bajo el sol inclemente de las diez de la mañana a un lote situado a un kilómetro de distancia del Centro. Allí, cual pecadores condenados a purgar su pena, éramos sometidos a los discursos interminables de todos quienes desearan hacerse conocer por estudiantes y profesores.
De esas peroratas recuerdo y puedo repetir exactamente todo lo importante de su contenido, es decir: nada. Alcaldes fueron y vinieron y también gobernadores. Y seguía el suplicio del desfile y los discursos y todo fue igual hasta el día en que a Nando Iguarán se le ocurrió la idea de reunir a toda la clase dirigente, estudiantes, padres de familia y fuerzas vivas de la ciudad. La reunión se efectuó el 7 de mayo de 1.983 y de ella surgieron varias conclusiones, pero la más importante de ellas era el inicio de la construcción en un lote situado en la salida a Carraipía.
Un tiempo después la obra era una realidad y el colegio más importante de la frontera tenía una sede nueva para su jornada diurna y la sede de siempre para la nocturna. Posteriormente, cuando ingresamos a la Universidad de la Guajira volvimos a tocar las puertas de nuestro mecenas. La gobernación había comprado una buseta para el transporte de los estudiantes de Maicao hacia Riohacha pero ésta había desaparecido misteriosamente. Nando se dio a la tarea de buscarla y finalmente la encontró abandonada en un taller de Valledupar.
Como pudo la rescató, la mandó a reparar y nos la entregó a los miembros de la naciente Asociación de Estudiantes de la Universidad de la Guajira Residentes en Maicao, EUGREM. El obsequio incluía el pago de combustible y de dos conductores. Para nosotros este hecho era como si estuviera ocurriendo un verdadero milagro. Más adelante hicimos una radiotón en el parque Simón Bolívar.
El objetivo era recoger tres millones de pesos para la compra de un nuevo bus. En 1.986 era una cifra verdaderamente cuantiosa y a las 9 de la noche de aquel 7 de junio aún faltaban cien mil pesos para cumplir la meta. Nadie sabe de dónde apareció Nando Iguarán pero unos diez minutos antes de cerrar el programa apareció con el dinero necesario para declarar el éxito total del evento. Unos días después estábamos viajando en nuestro super largo bus amarillo cero kilómetros gracias al cual toda una generación de guajiros pudo terminar nuestros estudios universitarios.
El 31 de agosto mientras pronunciaban sus discursos Amílcar Acosta, Juan Mendoza y Daissy Hernández me decidí a tomar la palabra. Mi discurso fue el último y el más corto. Sólo deseaba hacer el merecido reconocimiento a alguien que, como en el día de la radiotón, acostumbraba a aparecer cuando menos se le esperaba y más se le necesitaba. *alejandrorutto@gmail.com

Lo bueno que vaya a hacer hoy, hágalo bien, por usted, por su familia y por su país. ¿Ya leíste Maicao al Día?





































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