Viaje a Darjeeling explora temas personales de Owen Wilson
Mientras que en su anterior película, "Vida Acuática", empleó un barco, el último film del director Wes Anderson, "Viaje a Darjeeling", el peculiar autor vuelve a tierra firme -en sentido literal y figurado. El nuevo transporte que, simultáneamente, se esconde la idiosincrasia, las mentes de ambos cineasta y protagonista es al mismo tiempo el título original del filme, El Darjeeling Limited - un tren de lujo magníficamente bañado en colores oro amarillo y azul cobalto.
Los hermanos Whitman - un trío de hombres que se automedican, fuman porros, y usan pantalones demasiado cortos para edad, están más propensos a viajar en el tren de lujo -se han reunido después de un alejamiento de un año a raíz de la prematura muerte de su padre. Ahí está el cabecilla Francis, cuyos reglamentos, a menudo socavan el control de los hermanos menores Jack (Jason Schwartzman, que co-escribió la película) y Peter. Francis, junto con su ayudante de confianza Brendan, organiza el viaje con la esperanza que vuelvan a ser "como los hermanos que solían ser". En el último año, el trío ha sufrido bastante. Francis es vendado y golpeado durante un presunto intento de suicidio, y Peter es víctima de un embarazo no planeado con su novia Alice. El trío de hermanos viaja en ferrocarril por toda la India en busca de la iluminación espiritual.
A pesar de a veces parecer un cuaderno de viaje glorificado, "Viaje a Darjeeling" en última instancia logra, gracias a las actuaciones y las características del trabajo de Anderson, convertirse en un filme interesante. "Viaje a Darjeeling" mete las uñas en el tono tragicómico que recuerda el filme anterior de Anderson "Los Tenenbaums" (así como "Pequeña Miss Sunshine", que es la película más inquietantemente similar a ésta). El empuje y tracción dinámica del amor filial es también explorada brillantemente, y mientras el magnífico Adrien Brody siempre ofrece el mejor rendimiento -debido en parte a su rostro sombrío- es Owen Wilson, quien ofrece una actuación más poderosa, por factores que van más allá de la pantalla de plata (es decir, su propio reciente intento de suicidio). En el momento más emocionalmente resonante de la película, el personaje de Wilson se quita el vendaje, revelando su rostro lleno de cicatrices. Se pronuncia solemnemente: "Creo que todavía tengo algo de curación que hacer". Todos lo tenelos, por lo que este peculiar, estéticamente agradable paseo, es uno que vale la pena ver.
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