Seguro que todos hemos oído esta frase muchas veces e intentamos llevarla a cabo siempre que podemos, pero a veces no hacemos lo suficiente y caemos enfermos. Es entonces cuando nos damos cuenta de la importancia que tiene estar sano, ya que nos sentimos con fuerzas y capaces de realizar todos los objetivos que nos hemos marcado en nuestra vida.
Para no dejar de estar sanos, debemos realizar cosas que no dañen a nuestro organismo como practicar ejercicio físico, comer de manera saludable, reducir el estrés, abandonar hábitos perjudiciales para la salud como el tabaco, entre otras. Al principio todo cuesta, pero poco a poco formarán parte de tu rutina diaria y mejorará tu calidad de vida.
Nuestra estabilidad emocional también repercute en la salud, y debemos aprender a controlar nuestra mente para quitarnos hábitos perjudiciales que nos dañen. Maneja tus sentimientos de forma responsable, aceptándolos e integrándolos en tu día a día. También debes evitar el estrés y los ataques de ansiedad.
Nuestra vida puede ser distinta a la que ahora mismo llevamos si cambiamos una serie de hábitos y nos acostumbramos a llevarlos a cabo. Como todo, lo mejor es ser moderado. Puedes comer, pero no debes empacharte; puedes beber, pero no debes emborracharte todos los fines de semana. Disfruta de la vida como más te guste, pero sin excesos.
La mejor cura es la prevención. Por ello, lo aconsejable es realizar una revisión médica anual. Puede que en tu trabajo ya esté incluida, aunque siempre puedes mirar alguno de los seguros médicos privados que se ofertan en el mercado.
Recuerda que la salud es lo más importante, tanto para ti como para los que te rodean. Disfruta de tu tiempo libre y de tu vida de una forma plena y completa.
