El maravilloso mundo del tarot y también el de la videncia nos abren la puerta del mundo al que deberíamos entrar sin temores ni demoras. Atravesándolo, seríamos capaces de ver que nuestra realidad está hecha de momentos de pasión y sin ese ímpetu que sólo el descubrimiento de las emociones que se desprenden de él es como vivir a media luz. Porque la pasión es la antesala del amor y cuando se unen estos dos sentimientos siempre se percatan las cartas del tarot, y es entonces cuando se produce la armonía parecida a una danza que no queremos que se acabe, porque la pasión es mucho más que una emoción, más que un sentimiento: es la pura y única realidad en medio de un austero paisaje.