En el libro Las cuatro estaciones el señor Jim Rohn nos habla de la primavera, luego de la turbulencia del invierno llega la temporada de actividad y oportunidad que llamamos primavera. Esta se presenta para ser aprovechada.
Para aprovechar la primavera, elimine de su terreno la maleza y las piedras que se disfrazan de preocupaciones, dudas y pesimismo, y que se manifiestan en las opiniones de aquellos que nos rodean. El abono de la fe y el entusiasmo destruirán las perores plagas y malezas. Pin en práctica la disciplina necesaria para sembrar a pesar de las piedras, la maleza y otros obstáculos que puedan surgir en el camino.
Algunas personas trabajan muy poco solamente lo necesario para excusar los escasos resultados del otoño, otros pescarán, jugarán, dormirán o descansarán entre las flores silvestres, otros sembrarán de manera descuidada o rápidamente sin utilizar el tiempo necesario para hacerlo al nivel de sus capacidades e inteligencia les permita, algunos confiarán sólo en Dios y se olvidan del proverbio “fe sin trabajo no es suficiente”. Mucho del esfuerzo y la oportunidad que son parte de la primavera nacen en la profundidad y calidad de nuestra fé.
El calor, el sol y los campos fértiles de la primavera son únicamente una parte de la fórmula para el éxito. El catalizador que produce el resultado final es el esfuerzo humano intenso, honesto y constante.
La fe nos proporciona una ley irrevocable decretada en el cielo, que nos asegura que por cada esfuerzo humano disciplinado, recibiremos una recompensa multiplicada.
…por cada buena idea dada a otro, recibiremos muchas.