Ante todo necesitamos armarnos de paciencia, comprensión, sentido común y sobre todo diálogo. Después de todo, les estamos pidiendo un gran esfuerzo por su parte, así que lo mejor es no empeorar las cosas y no discutir más de la cuenta.
Algunos puntos a tener en cuenta:
• Dar claras explicaciones y hacerles comprender el porqué de la mudanza.
• Crear un proceso de familiarización con el que será su nuevo entorno a través de fotos, mapas ó con explicaciones de lo que allí podrá encontrar.
• Conviene describir las ventajas del nuevo lugar, pero jamás ensalcemos demasiado las cosas positivas, los niños por naturaleza ya son lo suficientemente propensos en crear fantasías así que no fomentemos éste aspecto, porque podría hacerse una idea errónea y al darse cuenta de que eso que se le había prometido como algo excepcional no lo es, se sentirá defraudado y su tristeza podría aumentar.
• Si nuestro hija ó hijo se encuentra en su último año de estudios secundarios, podríamos considerar la posibilidad de que se quede al cuidado de algunos parientes de confianza hasta que termine el año escolar.
Tras la densidad y múltiples complicaciones que éste punto de “Los Niños y las Mudanzas” se supone en una mudanza familiar tiene que haber algo positivo ¿no?
Por supuesto que sí. Si conseguimos crear una fuerte unión familiar y organizar todo perfectamente, prestándole únicamente la atención adecuada y manteniendo una estabilidad interna, la mudanza puede resultar una gran experiencia y un crecimiento positivo en nuestros niños y/o jóvenes conduciéndoles a un aumento de confianza, autoestima y una gran habilidad para las relaciones interpersonales.