Nintendo y Wii fueron el primer escalafón; después llegó Move de Sony, mejorando y perfeccionando la idea original de Nintendo. Por último, Microsoft va más allá y nos propone jugar sin mando, en la que es, sin duda, la propuesta más arriesgada.
Por cortesía de Lidia Pitzalis, Pr Manager de Microsoft, hemos descubierto las virtudes de un periférico que, a partir de ahora, quedará irremediablemente unido a la experiencia Xbox 360.
Seamos honestos; Kinect funciona especialmente bien, sorprendentemente bien incluso. No hay más que colocarse delante de su objetivo y ella misma se calibrará automáticamente. La cámara incorporada, además, resulta hasta cierto punto inteligente, pudiendo detectar a los jugadores que van a participar en la partida y separando a todos aquellos que solo actúan como simples observadores.
Aunque algunos juegos funcionaban con un cierto retardo al no ser versiones definitivas, la experiencia global ha sido altamente satisfactoria; da igual que fuese un juego de deportes, aventuras o conducción: la necesidad de moverse y la representación de dichos movimientos en pantalla resulta sorpredente y muy fidedigna a la realidad.
Si tuviésemos que quedarnos con uno de los títulos mostrados, ése es sin duda Kinect Adventures, tanto por respuesta del propio Kinect a nuestros movimientos, como por la propia naturaleza y originalidad de los minijuegos: diversión pura y dura.
Kinect puede llegar a ser una revolución si Microsoft tiene planeado un futuro a largo plazo que logre ir más allá de unos simples minijuegos, que a fin de cuentas, sólo pueden mostrar una parte pequeña del potencial de este sorprendente artilugio.
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