Reflexión sobre los regalos navideños

Reflexión sobre los regalos navideños

Estamos en la época en que los comerciantes aprovechan para obtener los ingresos que no han logrado en el resto del año. Los chinos aprendieron a escribir "Feliz Navidad y Prospero Año Nuevo" en todos los idiomas, para cubrir la demanda mundial. La nieve, pinos y musgos abundan en las casas y tiendas del trópico y del hemisferio sur, a pesar de encontrarse en verano con temperaturas elevadas y vegetación frondosa.

Los responsables de la compra de regalos, se sienten frustrados cuando se dan cuenta que no pueden complacer el pedido de una carta ilusionada. Tienen que hacer maravillas para que el presupuesto les alcance para toda la familia. Muchas veces prefieren no regalar, a regalar "poquito".

Los destinatarios de los regalos quizá agradecen forzados, un obsequio no deseado o repetido.

Pero hay algo más peligroso que el simple intercambio de obsequios, y es cuando se confunde a los niños, poniendo en la misma balanza el precio del regalo, con el afecto.

Muchos padres sienten culpabilidad por no ser capaces de satisfacer los deseos de sus hijos, y se sienten aliviados cuando les transfieren la culpa, al hacerlos responsables, con su comportamiento, de lo grande o pequeño del presente. Les dicen: "Si no te portas bien no habrá regalos de Navidad", "si no obtienes buenas notas en el colegio..."

Y lo peor de todo, es que se hace este chantaje para que alcance el presupuesto o para tener más recursos para otros gastos. El desamor se mide por el precio del regalo.

Se debe tener fortaleza para no dejarse llevar por la marea comercial de fin de año e inundar el ambiente con momentos agradables de compañía familiar, de palabras sinceras y afectuosas que son la base para conseguir todos los deseos.

Silvia Atrio

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