Salud sexual y reproductiva en la Ciudad de México a 4 años de la legalización del aborto

Salud sexual y reproductiva en la Ciudad de México a 4 años de la legalización del aborto

Es la urbanización y –recientemente– la globalización a lo que se les adjudica innumerables cambios sociales que, hace casi poco más de 100 años, resultaban inconcebibles. La revolución sexual liberó a buena parte de la humanidad de convencionalidades y cómo se consideraban ciertos tabúes (feminidad, homosexualidad, transexualidad,  el aborto, salud pública, etc) pero, también acarreo toda una gama de problemas imprevisibles; de estos, los que incumben a la salud sexual y reproductiva poseen una importancia de primer orden.

Anteriormente la juventud (los adolescentes) habían constituido un grupo relativamente exento de los problemas que atañen a la salud sexual y reproductiva (enfermedades de transmisión sexual, métodos anticonceptivos, embarazos prematuros y aborto). El tiempo en que han sucedido los acontecimientos clave durante todo el siglo pasado, como se afirmó, fueron y siguen siendo factores decisivos para la nuestra sociedad. Ante esto, los adolescentes se han visto de frente con dificultades diversísimas: dificultades económicas, carencia de acceso a la educación, etc. que los orilla, en sus contextos determinados, a tomar decisiones que tienen consecuencias perjudiciales no sólo para su cotidianidad, también a la larga en su sexualidad y por lo tanto en toda su vida.

La incidencia de ETS ha ido incrementándose, lenta e inexorablemente, entre adolescentes (púberes de menos de 13 años) hasta jóvenes que están apunto de convertirse en adultos en las zonas urbanas (la Ciudad de México, por ser la más grande del país, por supuesto). El SIDA, gran estigma de nuestra desde los 80, se ha convertido en uno de los principales motivos para legislar apropiadamente sobre salud pública; no obstante, no es la única enfermedad: clamidia, sífilis, papilomavirus, gonorrea, etc. Y claro, todas tienen secuelas con las que las personas infectadas deberán batallar.

Por otro lado tenemos la salud reproductiva, miles y miles de embarazos no deseados; embarazos prematuros de jóvenes, que casi siempre, pertenecen a determinados estratos sociales que las sitúan con múltiples desventajas en nuestra sociedad y las orillan a buscar opciones como el aborto, el cual de no ser practicado adecuadamente puede mortal. De nuevo es la legislación apropiada, exigida por la gente, lo que idealmente encausaría a estas jóvenes a tomar mejores decisión. Temprana –y adecuada– educación sexual: prevención de sexo sin protección, métodos anticonceptivos, planificación familiar, opciones claras sobre el aborto en caso de violaciones, malformaciones congénitas, riesgo para la vida de las madres etc., tendrían que ser temas preceptivos en los programas de educación pública en la Ciudad de México y todo el país.

Sin embargo, la idealización de cómo deberían ser las cosas nunca corresponde con cómo son las cosas realmente. El Distrito Federal y las demás zonas urbanas de México han estado experimentando una explosión demográfica incontrolable, aunado a las deficiencias económicas idiosincrásicas en el país, Latinoamérica y el mentado Tercer Mundo. La población rebasa muchas veces las capacidades de las autoridades locales y sencillamente deben –las personas– arreglárselas por su cuenta. Es la carencia de programas para educar a la población en su salud sexual y reproductiva además de la –casi– imposibilidad de garantizarles atención médica adecuada y, de lo anterior se infiere uno tema especialmente espinoso: el aborto… como derecho inalienable.

Hace cuatro años, se despenalizó el aborto en el Distrito Federal en medio de un tumultuoso debate de apoyo y oposición. Según la numeralia: se han realizado 56,610 interrupciones legales del embarazos exitosas y es posible practicarlo a las solicitantes en las dieciseis delegaciones de la capital, lo cual, resalta la Secretaría de Salud del Distrito Federal, es un hecho crucial, ya que la tercera causa de muerte relacionada con la maternidad en los países en vías de desarrollo, es precisamente el aborto mal realizado. Bajo lemas como “¡Mi cuerpo es mío, mío, mío, mío!” abortar en la ciudad de México se convirtió en una verdadera conquista social.

En efecto, poder abortar con seguridad y legalidad es un parte-aguas en la historia política y social del Distrito Federal, no sólo las mujeres tienen este derecho sobre su salud sexual y reproductiva restituido, sino que tienen la opción de concientizar a fondo su decisión sin la presión social que normalmente se ejercería sobre ellas si se vieren enfrentadas a tal situación. Empero, el aborto, el cómo abortar, cuales sería los métodos para abortar en el Distrito Federal, siguen siendo un resultado de serias deficiencias en el sistema de prevención de la salud y educativo.

De nuevo, en la perspectiva alentadora, se sabe que la ciudad de México no se convirtió en una tierra de nadie en donde las mujeres del hampa, desalmadas y todo menos decentes, se arremolinarían en las clínicas de abortos para practicárselo como quien va a que le pongan las vacunas. Las estadística demuestran que no ha variado significativamente el número de abortos (alrededor de 43 mensuales) en estos cuatro años. Por supuesto la gran mayoría de las púberes, jóvenes y mujeres que acudían a abortar pertenecían a los llamados estratos sociales vulnerables; cuya escolaridad era secundaria, primaria o nula. Con constancias de niñas de 11 años hasta señoras de 45 años.

Habiendo una gran cantidades de hechos que recopilar al respecto, se queda sólo la perspectiva alentadora, en la que, con las legislaciones adecuadas, el número de abortos practicados descienda, sencillamente porque existen las políticas sociales y educativas en las que una mujer solicite la práctica de un aborto tan sólo bajo condiciones realmente adversas (violación, peligro de su vida, etc.) y no porque no sabía qué son y cómo utilizar algún método anticonceptivo.

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